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alboroto. Que debe exigir además que se dé cuenta
a él o a su representante os alumnos que se
juzgare que no sirven para la casa, especialmente
por su moralidad o su irreligión.
Recomendó, por último, con encarecimiento, que
consideráramos nuestra Sociedad como una cadena,
en la que cada uno de sus socios somos un anillo
de la misma, de modo que todos tenemos que estar
unidos por los vínculos de la caridad, de la
oración y del espíritu de la misma Sociedad.
Lo escrito hasta aquí es ex officio (de
oficio).
Añado que, cuando tengamos las pruebas de
imprenta de tu Donato, las haremos llegar a tu
poder.
Turín, 5 de septiembre de 1861.
Tu afectísimo
ANGEL SAVIO
De la prudente reserva en las palabras al
hablar de política, pasaba don Bosco a recomendar
que también en otras circunstancias supiera cada
uno cuidarse al emitir ciertos juicios y criterios
sobre cosas y personas. Beatus qui lingua sua non
est lapsus (feliz quien no se desliza con su
lengua)1.
Habiendo sido invitado, sentóse a la mesa con
muchos otros sacerdotes. Había entre ellos un
comensal, muy alegre, que sabía hacer muy variados
y lindos juegos de manos. Tomaba una caña, la
ponía en la punta del pulgar y la hacía ir y venir
de modo ((**It6.1005**)) que
emitía un sonido parecido al de una trompetilla.
Todos quedaban asombrados, porque al mismo tiempo
cantaba y algunas notas de la caña armonizaban con
las de la voz. Pero de las canciones sencillamente
alegres, pasó a las lecciones del libro de Job del
oficio de difuntos y, lo que es peor, a parodiar
las palabras. Don Bosco, que había reído muy a su
gusto ante los juegos, dejó de reír y se puso
serio. Los convidados seguían riendo y aplaudiendo
al juglar; hasta que uno de éstos, al darse cuenta
del semblante severo de don Bosco, le preguntó:
-No le gustan a don Bosco los juegos?
Habiéndose vuelto todos hacia él, contestó:
-Díganme, por favor; si se encontrara con
nosotros san Francisco de Sales, qué diría al oír
profanar de esta manera las palabras de la Biblia?
El, que reprochó a su médico porque empleaba
impropia, pero no irreverentemente, algunas
palabras bíblicas...
Cuenta don Miguel Rúa:
-Estábamos con don Bosco el clérigo Anfossi y
yo convidados a comer en casa del párroco de la
Crocetta, suburbio de Turín. Había
1 Eclesiástico XXV, 11.
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