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Sonrióse el Rector y no respondió.
Ello dio pie al clérigo Boggero para que
escribiera al caballero Oreglia una carta, fechada
a 5 de julio, en la que exponía muy por extenso
cuanto hemos contado. El clérigo estaba sumido en
gran tristeza. Decía en su carta: <>.
Y terminaba su carta en estos términos:
<((**It6.988**)) temo
tener que marchar de aquí tan pronto, teniendo en
cuenta que el canónigo Vogliotti y el Rector han
dicho que Vaschetti y yo éramos necesarios por
ahora...>>
El caballero Oreglia entregó la carta a don
Bosco, el cual no tardó en consolar a Boggero con
una esquelita de pocas, pero preciosas palabras:
Suma prudencia unida a una gran paciencia;
resignación a la voluntad de Dios y confianza en
El.
Entretanto nada se traslucía a los extraños
sobre esta desdichada rivalidad; algún clérigo del
Oratorio fue en el mes de agosto al Seminario de
Giaveno para reponerse; y algún otro, con el
clérigo Francesia, pasaron allí unas semanas de
vacaciones como en su propia casa. Pero el Rector,
con razones y alusiones indirectas, los tentaba
para dejar a don Bosco y unirse a él, dándoles
esperanzas de conseguir el apoyo de la Curia para
una segura y lucrativa posición en la diócesis.
Hacía ya algún tiempo que el Rector no había
vuelto a Turín, cuando don Bosco fue a visitar al
canónigo Vogliotti para tratar de las enojosas
desavenencias de Giaveno. Encontró al Provicario
impresionado ante las sugestiones del Rector y
ante la noticia de que don Bosco pensaba hacer
volver al Oratorio a Vaschetti y a Boggero.
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