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lo que se había abierto camino en el Seminario al
mal humor y a la desconfianza.
((**It6.986**)) Don
Bosco era sabedor de estos intentos y manejos,
pero lo que más le dolía era que en Giaveno ya no
seguían todas sus ideas sobre la manera de educar
a los alumnos. Cuando llegaron a Turín para la
fiesta de San Juan los clérigos Vaschetti y
Boggero, don Bosco tuvo con ellos una larga
conferencia la tarde anterior de su regreso al
Seminario, con vistas a la conducta de aquel
Rector y discurriendo la manera de hacerlos volver
al Oratorio con algún plausible pretexto. Concluyó
así:
-Desde el momento en que el reverendo Grassini
no piensa ya como don Bosco, dejaré que él, de
acuerdo con el Provicario, busquen quien se haga
cargo de la asistencia.
Refirió el clérigo Vaschetti al Rector lo que
le había dicho don Bosco. Apresuróse el Rector a
ir al Oratorio para conjurar el peligro de quedar
solo al frente de los alumnos. Trató de
defenderse, se disculpó, pareció acatar los
consejos que daba don Bosco, pero aquel mismo día
obtuvo audiencia del Provicario, a quien se quejó
de las pretensiones de don Bosco al querer imponer
un método de educación que, según él, podía traer
graves inconvenientes, y no estaba adaptado a los
tiempos: observó que su injerencia impedía el
libre ejercicio de su gobierno y le convenció de
la necesidad de impedir que le quitaran a
Vaschetti y Boggero. Le insinuó que el medio más
expedito para asegurar la asistencia era obligar a
los clérigos, pertenecientes a la archidiócesis de
Turín, a separarse de don Bosco y de la Pía
Sociedad.
Volvía el Rector a Giaveno persuadido de haber
obtenido un éxito diplomático. Esperábanle,
ansiosos de conocer las decisiones tomadas sobre
ellos, Vaschetti y Boggero, a quien había dicho el
primero:
-Espero que todo se arregle sin que se nos haga
volver al Oratorio.
En efecto el Rector les contó que había hablado
por lo largo con don ((**It6.987**)) Bosco.
-Y a qué conclusión se llegó con respecto a
nosotros?, preguntó Vaschetti.
-He hablado de vosotros y de la Pía Sociedad, a
la que pertenecéis, con el canónigo Provicario:
Pero, después de haber dicho a medias unas
palabras más, arrepentido quizá de haber hablado
demasiado, se calló.
-Y don Bosco?, siguieron preguntando los
clérigos; volverá a proporcionarnos asistentes:
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