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No beben vino cantando 1: No hay racimos en la vid
y están mustias sus hojas>> 2.
Armonía publicó en su número del 17 de julio el
artículo siguiente:
LAS LECTURAS CATOLICAS DE TURIN
Repetidas veces hemos recomendado a nuestros
lectores, y en general a todos los buenos, las
beneméritas Lecturas Católicas, que hace ya
algunos años se publican en Turín con gran
provecho del pueblo. Pero, ahora, nuevos y
particulares motivos nos animan a volver a
recomendarlas con mayor insistencia. Aparte de que
es éste precisamente el tiempo destinado para
renovar las suscripciones, todos conocen ya
sobradamente el ardor y la tenacidad con que los
protestantes se afanan durante estos días para
insinuar con sus pérfidas industrias el veneno de
sus impías doctrinas en el corazón de los fieles
incautos. Ahora bien, si tanto hacen los enemigos
de la Iglesia para corromper la fe de Jesucristo,
ícuánto más tendrían que trabajar los buenos
católicos para la defensa de la más grande y santa
de las causas! Toleraremos que los herejes
manifiesten más celo para pervertir las almas que
nosotros para salvarlas? Por lo demás, cuando
vemos a todo el episcopado italiano y al mismo
Vicario de Jesucristo, el pontífice Pío IX,
recomendar vivamente la difusión de estos
libritos, diciendo precisamente que en estos
tiempos no hay nada mejor, ni más útil, nihil
praestantius, nihil ((**It6.981**))
utilius, debe considerarse sobrante todo lo que se
diga de más. De ahí es que, persuadidos como
estamos de que los buenos católicos volverán a
encender su celo por la cristiana educación del
pueblo, cuanto más son los peligros que lo rodean,
reproducimos las condiciones de suscripción, que
son las siguientes, etc.
Las suscripciones en Turín se reciben por los
herederos de Ormea, en los pórticos del Palacio
Municipal y en la Oficina de las Lecturas
Católicas, calle Santo Domingo, número 11, planta
baja.
Mientras tanto, en el mes de junio, mandaba don
Bosco imprimir cuatro mil estampas de san Luis
Gonzaga; y el caballero Oreglia describía a
Severino Rostagno, que había vuelto a Pinerolo,
las fiestas del Oratorio. Pocos meses había vivido
este buen joven en Valdocco por su delicada salud.
Don Bosco y los demás superiores tenían con él las
mayores atenciones; el caballero Oreglia lo tomaba
muchas veces consigo y se lo llevaba a pasear;
pero la vida de comunidad no se armonizaba con el
temperamento de Severino. Prefería los juegos
infantiles con los chicos más pequeños, o pasear
con los superiores u otras personas provectas;
raras veces se le veía con alumnos de su edad.
Cuando volvió a su casa, los compañeros fueron
1 Isaías XXIV, 7.
2 Jeremías VIII, 13.
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