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obsequiar a Pío IX en su fiesta onomástica, cuando
he aquí que vimos venir por el aire de la parte de
Buttigliera un gran pino. Era tan grande como dos
manzanas de casas de Turín juntas y de una altura
extraordinaria.
>>El pino se acercaba a nosotros en posición
horizontal, después se enderezó, adoptando la
vertical, osciló y pareció que iba a caer encima
de los que lo contemplábamos. Asustados, quisimos
huir y nos santiguamos, cuando he aquí que sopló
un viento impetuoso que transformó a aquel árbol
en un temporal de relámpagos, truenos, rayos y
granizo.
>>Poco después vimos otro pino menos grueso que
el anterior, avanzando en la misma dirección, y
que se colocaba encima de nosotros; después,
siempre en posición horizontal, comenzó a
descender. Nosotros huimos temiendo ser
aplastados, mientras nos santiguábamos más y más
veces. El pino descendió casi a ras del suelo,
permaneciendo suspendido en el aire; sólo sus
ramas tocaban la tierra. Mientras estábamos
observándolo, he aquí que sopló un vientecillo que
lo transformó en lluvia. No comprendiendo el
significado de aquel fenómeno, nos preguntábamos
unos a otros:
>>-Qué quiere decir esto?
>>Y he aquí que uno, a quien no conocía, dijo:
>>-Haec est pluvia quam dabit Deus tempore suo.
(Esta es la lluvia que dará Dios a su tiempo).
>>Después, otro desconocido, añadió:
>>-Hic est pinus ad ornandum locum habitationis
meae. (Este es el pino para adornar el lugar de mi
morada).
Y me citó el lugar de la Sagrada Escritura en
el que se lee este versículo, pero no lo
recuerdo>>.
Yo creo que el primer pino era símbolo de las
persecuciones, de las tempestades que caen sobre
aquéllos que permanecen fieles a la Iglesia.
((**It6.955**)) El
segundo representa a la misma Iglesia, que será
como lluvia fecunda y benéfica para aquéllos que
le sean fieles.
El siervo de Dios no añadió más explicación y
nosotros no vamos a discutir si el sueño admite o
no otro sentido, limitándonos a hacer una
comparación.
El pino de tamaño colosal y de un diámetro
excepcional, que se levanta erguido en medio de la
tierra, no se asemeja al árbol que vio
Nabucodonosor y que describe el profeta Daniel,
cuya altura llegaba al cielo, tan rico en ramas
verdes y frondosas que desde lejos parecía una
floresta: No es símbolo de un poderío
extraordinario,
(**Es6.721**))
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