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dormitorios se extrañaron al ver a tanto muchacho
en el patio; y se apresuraron a bajar.
-No habéis oído nada esta noche? -preguntaban
los aprendices a los estudiantes.
-Qué ha pasado? -contestaban éstos.
En sus dormitorios habían dormido todos
tranquilos. Y los aprendices contaban las
aventuras y las emociones pasadas durante la
noche, e iban diciendo y repitiendo una y mil
veces:
-Es verdaderamente la Virgen, a quien rezamos
anoche, la que nos ha salvado.
Entretanto don Bosco acababa de confesar a los
últimos aprendices, cuando llegaron los
estudiantes, de suerte que puede decirse que hubo
comunión general en la misa, celebrada a las siete
por el mismo don Bosco.
-Fue un espectáculo conmovedor, -nos dijo el
canónigo Anfossi.
Cuando volvió don Bosco a su cuarto, los
clérigos fueron a verle para asegurarse de que no
le había sucedido percance alguno, y los recibió
paternalmente con su acostumbrada sonrisa en los
labios:
-Es la tercera vez -les dijo-, que el rayo se
toma la molestia de fastidiarme. Las dos primeras
sufrí lo mío, pues por algún tiempo no pude leer
ni escribir largo rato sin sentirme acometido de
un molesto sopor, del que curé dando paseos un
tanto forzados. Pero temo que la sacudida de esta
noche va a ser mucho peor para mi salud. Sin
embargo, ya se lo dije al rayo cuando estalló:
-íSiquiera algo más de garbo!
-Y añadió después:
-Esta es una de las mayores gracias que nos
obtuvo la Santísima Virgen Madre del Señor.
Tuvo de ello una prueba evidente poco después,
cuando subió a examinar los daños de la noche. El
cielo raso del dormitorio era ((**It6.944**)) de
tablas cubiertas con un entramado de cañas atadas
con alambres, clavadas y revocadas con cal. Ahora
bien, el rayo, zigzagueando por los alambres, los
había fundido y la mayor parte del cañizo revocado
había caído en diversos lugares, en forma de
amplias planchas, sin causar daño a ninguno. Los
bienhechores mismos y los amigos, que vinieron a
lo largo del día a ver la catástrofe, afirmaban
que, según las probabilidades, el rayo debía haber
causado una carnicería entre los jóvenes; y
marchaban ensalzando la bondad de Dios y de la
Virgen.
Después de la comida estaba don Bosco en los
pórticos, rodeado
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