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Habiendo ido dicho teólogo en 1866 a ejercer su
ministerio en las cárceles, al regresar al
Oratorio traía a don Bosco un encargo de parte del
joven Bec... de...; condenado por desertor del
ejército. El prisionero pedía al siervo de Dios
<> y al mismo tiempo le
mandaba a decir:
-Recuerda que me dijo que en el sueño de la
rueda me había visto encadenado? Ciertamente yo
era uno de los cuatro; pero he de comunicarle para
su consuelo, que me encuentro en la prisión, no
por haber cometido un delito, sino por haber huido
del cuartel por serme insoportable la rigidez de
la vida militar.
Don Bosco fue a visitarlo, llevándole al mismo
tiempo el libro que le había pedido.
((**It6.921**)) Además
de la prisión, el siervo de Dios, después de aquel
sueño, le pronosticó que sufriría otras
vicisitudes. Al terminar sus estudios, se había
despedido del buen padre, diciéndole que tenía
intención de entrar en una Congregación religiosa.
-íQuédate con nosotros! -le aconsejó don Bosco,
queriéndole inducir a formar parte de la familia
del Oratorio-. No te alejes de mí; aquí tendrás lo
que deseas.
Pero el joven estaba resuelto a marcharse.
-Si es así, marchate -concluyó el siervo de
Dios-. Te harás jesuita, pero te mandarán a tu
casa. Entrarás en los capuchinos y no
perseverarás. Finalmente, acuciado por el hambre y
después de varias peripecias, volverás al Oratorio
en demanda de un trozo de pan.
Todo esto parecía poco verosímil, pues el joven
en cuestión disponía de un patrimonio de unas
60.000 liras y su familia era la mas acomodada del
pueblo. Mas, a pesar de todo, sucedió al pie de la
letra cuanto don Bosco le había predicho.
Habiendo entrado primeramente en los jesuitas y
después en los capuchinos, no pudo adaptarse a las
reglas, siendo despedido tras un breve lapso de
tiempo. Gastó el dinero de que disponía y, después
de algunos años, apareció en el Oratorio en la más
extrema miseria. Fue amablemente acogido,
permaneció en él un año y se volvió a marchar,
pues era muy amigo de la vida bohemia. El mismo
interesado contaba el cumplimiento de esta
profecía en el año 1901.
Entretanto, clérigos y alumnos habían comenzado
a asediar a don Bosco desde el 4 de mayo,
preguntándole en qué parte del campo les había
visto, si entre los que cavaban o entre los
segadores, y qué ocupación desempeñaban. El buen
padre satisfizo a todos. Al exponer el sueño hemos
dado a conocer algunas de sus respuestas;
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