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contemplarlos. En especial, los manzanos, íqué
deliciosa apariencia tenían! Un joven corrió
inmediatamente y cortó de una rama una hermosa
fruta de apariencia fragante y madura, mas apenas
le hubo clavado los dientes, la arrojó indignado
lejos de sí. Estaba llena de tierra y de arena y
al gustarla sintió deseos de vomitar.
-Pero, qué es esto? -nos preguntamos.
Uno de nuestros jóvenes, cuyo nombre no
recuerdo, nos dijo:
-Esto significa la belleza y la bondad aparente
del mundo. íTodo en él es insípido, engañoso!
Mientras estábamos pensando adónde nos
conduciría nuestro sendero, nos dimos cuenta de
que el camino que llevábamos descendía casi
insensiblemente. Entonces un jovencito observó:
-Por aquí vamos bajando cada vez más; me parece
que no vamos bien.
-Ya veremos -le respondí.
Y seguidamente apareció una muchedumbre
incalculable que corría por aquel mismo camino que
llevábamos nosotros. Unos iban en coche, otros a
caballo, otros a pie. Algunos saltaban, brincaban,
cantaban y danzaban al son de la música y al
compás de los tambores. El ruido y la algarabía
eran ensordecedores.
-Vamos a detenernos un poco -nos dijimos- y
observemos a esta gente antes de proseguir en su
compañía.
Entonces un joven descubrió en medio de aquella
multitud ((**It6.874**)) a
algunos que parecían dirigir a cada una de las
comparsas. Eran individuos de agradable
apariencia, vestidos de una manera elegante, pero
por debajo del sombrero asomaban los cuernos.
Aquella llanura, pues, era el mundo pervertido
dirigido por el maligno. Est via quae videtur
recta, et novissima ejus ducunt ad mortem. (Es un
camino que al hombre parece recto, pero sus
postrinerías conducen a la muerte)1.
De pronto UNO nos dijo:
-Mirad cómo los hombres van a parar al infierno
casi sin darse cuenta de ello.
Después de haber contemplado esto y de oír
estas palabras, llamé a los jóvenes que iban
delante de mí, los cuales vinieron a mi encuentro
corriendo y gritando.
-íNosotros no queremos seguir por ahí!
Y seguidamente volvieron precipitadamente hacia
atrás deshaciendo el camino recorrido y dejándome
solo.
-Sí, tenéis razón -les dije cuando me uní a
ellos-; huyamos pronto de aquí; volvamos atrás; de
otra manera, sin darnos cuenta, iremos también a
parar al infierno.
Quisimos, pues, volver a la plaza de la que
habíamos partido y seguir el sendero que nos
conduciría a la montaña del Paraíso; pero cuál no
sería nuestra sorpresa cuando, tras un largo
caminar, nos encontramos en un prado. Nos volvimos
a una y otra parte sin lograr orientarnos.
Algunos decían:
-Hemos equivocado el camino.
Otros gritaban:
-No; no nos hemos equivocado: el camino es
éste.
Mientras los jóvenes discutían entre sí y cada
uno quería mantener el propio parecer, yo me
desperté.
Esta es la segunda parte del sueño
correspondiente a la segunda noche. Mas, antes de
que os retiréis, escuchad. No quiero que deis
importancia a mi sueño, pero
1 Proverbios XVI, 25.
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