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-Aquí, nos dijo el mismo intérprete, está el
fuego de la caridad de Dios y de los santos; las
llamas del amor y del deseo, por las que deben
pasar los que no lo hicieron por la sangre y el
agua. Este es también el fuego con que fueron
atormentados y consumidos por los tiranos los
cuerpos de tantos mártires. Muchos son los que
tuvieron que pasar por aquí para llegar a la
cumbre de la montaña. Estas llamas servirán
también de suplicio a los enemigos de la Iglesia.
Por tercera vez veíamos triturados a los
enemigos del Señor en el campo de sus derrotas.
Nos apresuramos, pues, a seguir adelante y del
lado de allá de este lago vimos otro a manera de
amplísimo anfiteatro que ofrecía un aspecto aún
más horrible. Estaba lleno de bestias feroces, de
lobos, osos, tigres, leones, panteras, serpientes,
perros, gatos y otros muchísimos monstruos que
estaban con sus fauces abiertas prestos a devorar
a quien se acercase. Vimos mucha gente caminando
sobre sus cabezas. Algunos jóvenes ((**It6.870**))
comenzaron a correr sobre ellos, pasando sin temor
sobre las cabezas de aquellas alimañas sin sufrir
el menor daño. Yo quise llamarlos, y les gritaba
con todas mis fuerzas.
-íNo! íPor caridad! íDeteneos! íNo prosigáis!
No veis cómo esos animales están dispuestos a
destrozaros y devoraros después?
Pero mi voz no fue escuchada y continuaron
caminando sobre los dientes y sobre las cabezas de
aquellos animales, como sobre la más segura de las
sendas.
El intérprete de siempre me dijo entonces:
-Estos animales son los demonios, los peligros
y los lazos del mundo. Los que pasan impunemente
sobre las cabezas de las alimañas son las almas
justas, los inocentes. No recuerdas que está
escrito? Super aspidem et basiliscum ambulabunt et
conculcabunt leonem et draconem? (Caminarán sobre
el áspid y el basilisco y pisotearán al león y al
dragón?). A estas almas se refería el profeta
David. Y en el Evangelio se lee: Ecce dedi vobis
potestatem calcandi supra serpentes et scorpiones
et super omnem virtutem inimici: et nihil vobis
nocebit. (He aquí que os he dado poder para
caminar sobre serpientes y escorpiones y sobre los
más esforzados enemigos, y no os harán el menor
daño).
Entonces nos preguntamos:
-Cómo haremos para pasar al lado de allá?
Tendremos que caminar también nosotros sobre esas
horribles cabezas?
-íSí, sí, vamos! -me dijo uno.
-íOh! Yo no me siento con valor para hacerlo
-respondí-, sería una presunción el suponerse tan
justo como para poder pasar ileso sobre las
cabezas de esos monstruos feroces. Id vosotros, si
queréis; yo no voy.
Y los muchachos volvieron a exclamar:
-íAh, si usted no se atreve, mucho menos
nosotros!
Nos alejamos del lago de las bestias y a poco
contemplamos una extensa zona de terreno, ocupada
por una gran muchedumbre. Parecía o era realidad
que a algunos les faltaban las narices, a otros
las orejas, algunos tenían la cabeza cortada;
quienes estaban sin brazos; éstos sin piernas,
aquéllos sin manos o sin pies. Unos no tenían
lengua y a otros les habían sacado los ojos. Los
jóvenes estaban maravillados de ver a toda aquella
pobre gente tan mal parada, cuando UNO nos dijo:
-Estos son los amigos de Dios; los que por
salvarse mortificaron sus sentidos: el oído, la
vista, la lengua, haciendo además muchas obras
buenas. Gran número de ellos perdieron las partes
del cuerpo de que se ven privados, por las grandes
obras de penitencia a que se entregaron o por el
trabajo a que se dieron en aras de amor a
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