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((**Es6.650**) UNA LLAMADA A LOS CATOLICOS No es ya ningún secreto, que se hace la guerra al Jefe de la Iglesia Católica para destruir, si posible fuera, a la misma Iglesia y extender el protestantismo por toda Italia. Así se predica, sin tapujo alguno, en miles de librajos, folletos y papeluchos. Incluso en los almanaques, en los que se sirven a los lectores los más burdos errores de los católicos, como si fueran verdades evangélicas. Se esparce a manos llenas el escarnio, el desprecio, el ludibrio contra el Romano Pontífice y se añade, a las trasnochadas calumnias, el descaro de presentarlas como noticias de última hora, para hacerlo despreciable y, por ende, abandonado de todos. Todos somos soldados en esta guerra contra Dios; todos los verdaderos católicos deben unirse para defender al Romano Pontífice, es decir, la Religión Católica, todos tenemos que cerrar filas en unión de espíritu con las normas siguientes: 1. Tener siempre sumo aprecio y profundo respeto al Romano Pontífice, aborreciendo los errores que se siembran sobre su condición de Jefe de la Iglesia, pues son herejías. 2. Hablar siempre de él con sumo respeto, reprendiendo, ((**It6.861**)) aun severamente, a quien habla mal de él en nuestra presencia, y refutando, según las posibilidades de cada cual, los errores y calumnias que se divulgan contra él. 3. Rechazar y mantener alejados los malvados escritos, que se publican contra el Papa, su autoridad y jurisdicción, destruyéndolos, impugnándolos, oponiéndose a ellos y difundiendo buenos escritos, aun con sacrificio de dinero. 4. No asistir nunca a representaciones teatrales, donde se ridiculice y desacredite a la religión, al Papa, a los cardenales, obispos, sacerdotes y religiosos. 5. Exhortar a otros para unirse a esta asociación y, cuando fuera posible, emprender la publicación de alguna revista verdaderamente católica, ayudar a sus gastos y difusión. 6. Aliviar, mediante la pía obra del óbolo de San la necesidad en que ahora se encuentra el Santo Padre por haber sido despojado del patrimonio temporal, que le asignó la Providencia de Dios para su independencia. 7. Orar cada día por la Iglesia, por el Romano Pontífice, rezando un padrenuestro, avemaría y gloria y las palabras: credo sanctam catholicam ecclesiam (creo en la santa iglesia católica) para hacer con ello un acto de fe en la divinidad de la Iglesia, de la que el Papa es cabeza visible y en la que hace las veces de Jesucristo. Italianos, sois eminentemente católicos; declaraos tales, también en este supremo momento, y sea vuestra más gloriosa consigna: Católicos con el Papa. Mientras don Bosco trabajaba incansablemente, algunos de sus amantes hijos se habían reunido en 1861 para tomar nota de los hechos y dichos más dignos de memoria de su queridísimo Superior y transmitirlos a la posteridad. En años anteriores, varios jóvenes y clérigos, especialmente Ruffino y Bonetti, habían escrito memorias prolijas de cuanto vieron y oyeron, pero ahora se querían examinar y cribar sus escritos al mismo tiempo que se deseaba continuar esta obra tan preciosa y útil. En una reunión preliminar, don Domingo Ruffino organizó y escribió sus intenciones. ((**It6.862**)) <(**Es6.650**))
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