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después de la comida, examinando el libro de
lectura. Eran tenidos por buenos; mas he aquí que
se oía la amable voz de don Bosco que los llamaba.
Otros se habían alejado de los demás para
tratar un proyecto, preparar una merienda o algún
juego con dinero, y llegaba de improviso don
Bosco:
-Qué hacéis aquí? Id a jugar con vuestros
compañeros.
Se paseaba un alumno teniendo de la mano a un
compañero o echándole un brazo a la espalda. Don
Bosco se les acercaba y bromeando les daba un
golpe en el brazo o en los dedos, diciendo:
-No sabéis la norma de no ponerse las manos
encima? Juegos de manos, juegos de villanos.
Vio un día a un muchacho en el patio que
llevaba su brazo cruzado con el de un asistente,
el cual le dejó hacer. Don Bosco aguardó a que
aquel clérigo estuviera solo y, llamándolo, le
dijo:
-íHoy me sentí tentado de darte un par de
bofetadas en público! Has entendido?
-íSí, señor!
-Con esto me basta; pero ten cuidado.
En este punto don Bosco era delicadísimo.
((**It6.72**)) En
muchas ocasiones su vigilancia era inexplicable, y
parecía que gozara de una potencia visiva
especial, de la que daremos más adelante mayores
explicaciones. Muchas veces, mientras escribía
atentamente, rezaba en la iglesia, se entretenía
con los chicos, o aun mientras comía, llamaba de
pronto a uno de sus antiguos ayudantes y le decía
en secreto:
-Vete a tal dependencia; allí hay tres (y decía
sus nombres) que, a puerta cerrada, están leyendo
un periódico no muy bueno; diles que salgan
enseguida.
Una vez dijo a un alumno juicioso:
-Ve corriendo a decir al asistente que en tal
lugar, detrás del pórtico, hay unos escondidos;
que los mande salir fuera.
Y otras veces a algún clérigo:
-Sube a lo alto de la escalera, encontrarás a
fulano y a zutano. Diles que don Bosco lo sabe
todo.
Estos hechos se repitieron frecuentemente y
siempre se comprobó que don Bosco había acertado
lugares, personas y circunstancias. Pero, de
cualquier modo que cumpliera el oficio del Angel
Custodio, imitaba la paciente y discreta conducta
de este divino mensajero. Como sus apariciones
tenían visos de los pretextos más naturales del
mundo, debido también a su bondad y sencillez, a
sus continuas(**Es6.65**))
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