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>>Seguían entre tanto en Bérgamo los
ejercicios. Con sus amables maneras, se ganó don
Bosco el corazón de todos los seminaristas, no
sólo por la fuerza de su predicación, sino por la
familiaridad con que los trataba. Estaba con ellos
durante los recreos, los alegraba con sus bromas
moderadas, les contaba algún hecho sentado por el
suelo en el patio, mientras los jóvenes se
sentaban también a su alrededor, El Rector del
Seminario rezongaba un poco ante aquellas maneras,
que, según él, parecían contrarias a la gravedad
sacerdotal y exclamaba en voz baja:
>>-íMe parece que esto no se puede tolerar,
esto no se puede consentir!
>>Pero, de haberles sido posible a aquellos
jóvenes partir, todos se hubieran ido con él al
Oratorio.
((**It6.845**)) >>No es
para dicho el fruto que alcanzó>>.
Hay una carta recordando estos ejercicios, la
cual transcribimos a continuación:
Muy Reverendo Señor:
Muy satisfecho de poder presentar también yo mi
pequeño tributo de estimación y agradecimiento a
la santa memoria de don Bosco, le narro un hecho,
que tal vez no sea inútil para quien tenga la gran
suerte de escribir su biografía.
El año 1861 estuvo el veneradísimo don Bosco
predicando los ejercicios espirituales a los
seminaristas del Seminario Episcopal de Bérgamo,
entre los cuales me contaba yo.
Pues bien, en una de sus platicas, nos dijo
poco mas o menos así: <>.
No sé qué caso hicieron los demás de esta
propuesta; yo por mi parte la acepté con gozo,
dada la grandísima estimación que, en aquellos
días, me había inspirado don Bosco, y aún no he
dejado ni un día, que yo me acuerde, de rezar el
avemaría, según dicha intención. Pero, al correr
de los años, me asaltó una duda, que me hice
resolver por el mismo don Bosco de la siguiente
manera.
En la tarde del 3 de enero de 1882, me
encontraba yo en Turín, camino de Chieri, para
ingresar en el Noviciado de la Compañía de Jesús:
pedí y obtuve permiso para hablar con don Bosco.
Me recibió con gran bondad y, al comunicarle que
iba a ingresar en el Noviciado de la Compañía,
dijo:
-íCuánto me alegro! Cuando oigo decir que
alguien ingresa en la Compañía de Jesús,
experimento tanto gusto, como si ingresara con mis
salesianos.
Después le dije:
-Si me lo permite, quisiera pedirle
aclaraciones acerca de un asunto, que me interesa
(**Es6.638**))
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