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((**Es6.63**) como profesores: de primer curso de latín, el clérigo Segundo Pettiva; de segundo curso, el clérigo Juan Turchi; y del tercero, el clérigo Juan Francesia. Al principio del año escolar, y varias veces a lo largo del mismo, solía don Bosco dar una conferencia a los asistentes y a los maestros de estudiantes y aprendices, inculcándoles vivamente el cuidado del alma de sus alumnos. Les decía: -Nuestros muchachos vienen al Oratorio; sus padres y bienhechores nos los confían con la intención de que aprendan letras y ciencias, artes y oficios; pero Dios nos los envía para que nos interesemos por su alma y encuentren aquí el camino de la salvación eterna. Por consiguiente, todo lo demás hemos de considerarlo como un medio; nuestro fin supremo es hacerlos buenos, salvarlos para siempre. Se conserva una nota escrita de una de estas conferencias, dada a todos los clérigos del Oratorio a fines de 1858: En ocasiones tengo el gusto de hablar a todos los hijos del Oratorio juntos, otras solamente a los internos, a menudo a los estudiantes o a los aprendices solos y a veces a los clérigos en particular. ((**It6.69**)) Ya podemos decir que nuestro año escolar ha comenzado definitivamente, y por eso tengo un gran deseo de empezar, como hacíamos el año pasado, a entretenerme un rato con vosotros, al menos una vez a la semana. El mejor momento que tenemos es éste, después de las oraciones de la noche. No pretendo predicaros un sermón; lo que quiero deciros, lo que deseo de todo corazón, lo que os recomiendo es que practiquéis lo que tantas veces recomendaba san Pablo, o mejor lo que Dios mismo recomendó a Moisés cuando bajaba del monte. Sed modelos, verdaderos modelos para todos los hijos del Oratorio. Debéis er como falsillas, sobre cuyas líneas deben escribir y caminar todos los demás. Debéis obrar de modo que los otros, al mirarse en vosotros como en verdaderos espejos, puedan quedar edificados. Debéis procurar aprovecharles no sólo con vuestros consejos, sino con vuestras obras, con vuestro ejemplo. De qué sirve que recomendéis a los demás que frecuenten los santos Sacramentos, si observan que vosotros los recibís con escasa frecuencia? Si ven que os acercáis devotamente a los sacramentos, si os ven recogidos y modestos en la iglesia, íah! entonces sí que podrán sacar de vuestro ejemplo normas de conducta que alimenten sus almas. Si por desgracia oyesen a un clérigo sostener conversaciones poco modestas, o que suelta una palabrita en algo contraria a la bella virtud de la pureza, íay de nosotros, ay de nosotros! íQué daño, qué escandalo! Dice san Juan Crisólogo que un ministro del Señor es semejante a una planta. íOh, qué hermoso ver, dice este santo, una planta en un ameno jardín, esparciendo sus frondosas ramas cargadas de óptimos frutos! Todo el que se acerca queda satisfecho al ver sus ramas cargadas de tan ricos frutos. Por el contrario, colocad esa planta en un bonito jardín, alta y esbelta, atrayendo a todos los que la miran, pero (**Es6.63**))
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