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((**Es6.623**) de otros sueños y de otros sucesos, que se refieren no sólo a los combates espirituales de los individuos, sino además a las indicadas vocaciones de éstos a la Pía Sociedad y al sacerdocio y, en el porvenir, a los azares de su vida, al desarrollo de la Congregación y a otras maravillas, que expondremos dentro de poco. Nos servirán de guía las dos consabidas crónicas, conservando su forma de diario, de forma que resulte evidente que nos atenemos estrictamente a la verdad. Empecemos, pues, la narración. Bonetti <<1.° de enero de 1861. Don Bosco no podía quitarse a los jóvenes de encima. Uno quería que le dijese si se encontraba entre los enfermos; otro, si le había visto con el corazón lleno de tierra; un tercero, si sus cuentas estaban en regla o si se encontraba en el número de aquéllos que comían los bizcochos y las pastas de almendra. El, cual padre amoroso, deseoso de complacer a todos, pasó casi todo el día atendiendo a los que, uno tras otro, fueron a preguntarle confidencialmente el estado de la propia alma. Y el siervo de Dios les indicaba el lugar que ocupaban en el sueño dándoles un aguinaldo particular. El que dio al clérigo Juan Bonetti, fue el siguiente: <> (busca almas y darás tu alma al Señor). íCuánto bien produjera este sueño entre los jóvenes ((**It6.826**)) no se puede calcular! Baste saber que incluso aquéllos que, hasta entonces, no habían cambiado de manera de pensar, ni se habían dejado influir por los buenos ejemplos de los compañeros, ni por los saludables avisos y consejos de los superiores, ni por varias tandas de ejercicios espirituales, al oir este sueño, no pudieron resistir más, y todos fueron a porfía a hacer su confesión general con el mismo don Bosco, el cual sentía su corazón inundado de alegría al comprobar cómo el Señor favorecía de aquella manera a sus queridos hijos. En esta ocasión, llevado del deseo de que todos los jovencitos se aprovechasen de aquel favor del cielo, nos dijo tales cosas, que no nos quedó lugar a duda de que aquel sueño misterioso era uno de los que el Señor suele infundir de vez en cuando a las almas elegidas>>. Y continúa la Crónica de Bonetti con fecha del 10 de enero: <>He aquí una prueba contundente de ello: un joven había callado varias veces un pecado en la confesión. En estos días de salud, atormentado por el pensamiento del estado lamentable de su alma, determinó hacer una confesión general, y para ello se presentó a don (**Es6.623**))
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