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de otros sueños y de otros sucesos, que se
refieren no sólo a los combates espirituales de
los individuos, sino además a las indicadas
vocaciones de éstos a la Pía Sociedad y al
sacerdocio y, en el porvenir, a los azares de su
vida, al desarrollo de la Congregación y a otras
maravillas, que expondremos dentro de poco. Nos
servirán de guía las dos consabidas crónicas,
conservando su forma de diario, de forma que
resulte evidente que nos atenemos estrictamente a
la verdad.
Empecemos, pues, la narración.
Bonetti <<1.° de enero de 1861. Don Bosco no
podía quitarse a los jóvenes de encima. Uno quería
que le dijese si se encontraba entre los enfermos;
otro, si le había visto con el corazón lleno de
tierra; un tercero, si sus cuentas estaban en
regla o si se encontraba en el número de aquéllos
que comían los bizcochos y las pastas de almendra.
El, cual padre amoroso, deseoso de complacer a
todos, pasó casi todo el día atendiendo a los que,
uno tras otro, fueron a preguntarle
confidencialmente el estado de la propia alma. Y
el siervo de Dios les indicaba el lugar que
ocupaban en el sueño dándoles un aguinaldo
particular. El que dio al clérigo Juan Bonetti,
fue el siguiente: <> (busca almas y darás tu alma al
Señor).
íCuánto bien produjera este sueño entre los
jóvenes ((**It6.826**)) no se
puede calcular! Baste saber que incluso aquéllos
que, hasta entonces, no habían cambiado de manera
de pensar, ni se habían dejado influir por los
buenos ejemplos de los compañeros, ni por los
saludables avisos y consejos de los superiores, ni
por varias tandas de ejercicios espirituales, al
oir este sueño, no pudieron resistir más, y todos
fueron a porfía a hacer su confesión general con
el mismo don Bosco, el cual sentía su corazón
inundado de alegría al comprobar cómo el Señor
favorecía de aquella manera a sus queridos hijos.
En esta ocasión, llevado del deseo de que todos
los jovencitos se aprovechasen de aquel favor del
cielo, nos dijo tales cosas, que no nos quedó
lugar a duda de que aquel sueño misterioso era uno
de los que el Señor suele infundir de vez en
cuando a las almas elegidas>>.
Y continúa la Crónica de Bonetti con fecha del
10 de enero: <>He aquí una prueba contundente de ello: un
joven había callado varias veces un pecado en la
confesión. En estos días de salud, atormentado por
el pensamiento del estado lamentable de su alma,
determinó hacer una confesión general, y para ello
se presentó a don
(**Es6.623**))
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