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Permítasenos hacer tres reflexiones sobre este
sueño.
La primera empleando palabras del mismo
Ruffino: <>.
Estas palabras fueron escritas por Ruffino con
fecha 30 de enero de 1861, y de ellas se infiere
que anteriormente don Bosco había narrado otros
muchos sueños, cuyos textos originales se
perdieron, o, al menos, que los que hemos esbozado
en los volúmenes precedentes, fueron por él
desarrollados con mayor amplitud y abundancia de
pensamientos y amonestaciones. Por lo demás, hemos
de hacer nuestras estas afirmaciones, pues
nosotros mismos, más de cien veces, al escuchar
estos relatos de labios de don Bosco, llegamos a
las mismas conclusiones.
La segunda sugerencia es de don Miguel Rúa y se
refiere a la realidad de los conocimientos que don
Bosco adquiría durante tales sueños, sobre el
estado de las conciencias de sus jóvenes.
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asistentes. Yo, en cambio, puedo asegurar con toda
certeza que jamás, en los muchos años que viví a
su lado, ni yo, ni ninguno de mis compañeros
pudimos darnos cuenta de tal cosa. Por otra parte,
siendo nosotros entonces jóvenes y estando en
medio de los jóvenes, al cabo de breve tiempo
podríamos haber descubierto con mucha facilidad
que el siervo de Dios hacía uso de confidencias
hechas por alguno de la casa, ya que los muchachos
difícilmente saben guardar un secreto.
>>Era tan común entre nosotros la persuasión de
que don Bosco nos leía los pecados en la frente
que, cuando alguno cometía una falta, procuraba
evitar el encuentro con él, hasta después de
haberse confesado; y esto sucedía mucho más
frecuentemente después de la narración de un
sueño. Tal persuasión nacía en los alumnos del
hecho que, yéndose a confesar con él, aunque se
tratase de jóvenes que
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