((**Es6.602**)
don Bosco ser cosa decidida que el clérigo Luis
Castellano se fuera al paraíso y, que en julio,
mientras estaba éste ((**It6.797**)) enfermo
y desahuciado por los médicos, fue a bendecirlo y
lo curó. Pues ahora, narra el clérigo Ruffino en
su Crónica del mes de noviembre: <>. Y añade: <>. Y después: <>.
Raras veces llamaba don Bosco la atención de
los jóvenes sobre el cumplimiento de estas
predicciones; se limitaba a encomendar a las
oraciones de la comunidad el alma de aquellos
queridos difuntos demostrando cuán agradables son
al Señor. En esta ocasión contó un hecho muy
bonito, que le había escrito, en francés, la
duquesa de Laval-Montmorency y que presentamos
aquí traducido.
<((**It6.798**)) para
echar por tierra una verdad, que es la gloria y el
consuelo de la naturaleza humana.
Una hermosa tarde de verano, cansado de su
trabajo, quiso darse un paseo para gozar del aire
libre. Seguíanle dos pajes. A cierta distancia de
su castillo, hízoles señas para que le aguardaran
y siguió adelante él solo por el campo. En el
recodo de una senda se encontró con una mujer
llorosa que caminaba detrás de un carrito
arrastrado por un caballo.
-Buena señora, le dijo: qué le ha sucedido para
llorar tan desconsolada?
-Señor, tengo un gran motivo para ello. Este
carro lleva a la tumba a mi pobre marido, que era
mi único sostén y todo mi consuelo en este mundo.
Movido a compasión, el príncipe echó mano al
bolsillo, sacó una cantidad de monedas de oro y se
las regaló a la pobre viuda:
-Tome usted, buena señora, tome estas monedas.
Y, empleando una frase común que le salió
espontánea, añadió sin parar mientes en lo que
decía:
(**Es6.602**))
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