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((**Es6.60**) que debemos guardar recatados los ojos y no saciar nuestra curiosidad, para no ser víctimas del cuerpo, como lo fue la mujer de Lot, y también del alma. Los ojos son dos puertas por las que suele entrar el demonio. Pero sigamos adelante. Trasladaos con el pensamiento a Egipto. Allí os encontraréis con un jovencito que, por no haber querido condescencer a cometer una mala acción, sufre persecuciones, calumnias y cárcel. Pero permitirá Dios que perezca José? íNo! Esperad un poco de tiempo y le veréis en el trono de Egipto, salvando con sus consejos de la muerte, no sólo a los Egipcios, sino también a Siria, Palestina, Mesopotamia y muchas otras naciones. De dónde le vino tanta gloria? De Dios, que quiso premiar su amor heroico a la virtud de la pureza. Sería cosa de nunca acabar si quisiera contaros las glorias de las almas puras. De Judit, que liberó a Betulia de los ejércitos extranjeros; de Susana, ensalzada hasta el cielo por su inquebrantable virtud; de Ester, que salvó a su nación; de los tres niños ilesos en medio de las llamas de un horno; de Daniel, incólume en la cueva de los leones. Por qué Dios obró estos prodigios en su favor? íPor su pureza, por su pureza! Sí, la virtud de la pureza es tan hermosa, tan agradable a los ojos de Dios, que en todo tiempo y en todas circunstancias protegió a los que la poseían. Pero vayamos adelante, que esto no basta. Llegó el tiempo deseado en que debía nacer el Salvador del mundo. Quién tendrá la alegría de ser su madre? Vuelve Dios la mirada hacia todas las hijas de Sión y encuentra una sola digna de tan gran prerrogativa: la Virgen María. De ella nació Jesucristo, por obra del Espíritu Santo. Mas por qué tan grande prodigio y privilegio? Como premio a la pureza de María, que fue la más pura, la más casta de todas las criaturas. Por qué motivo creéis vosotros que a Jesucristo le gustaba tanto estar ((**It6.65**)) con los niños, conversar con ellos y acariciarlos, sino porque no habían perdido todavía la bella virtud de la pureza? Los Apóstoles querían echarlos porque tenían los oídos ensordecidos con sus gritos, pero el Divino Salvador les reprendió y mandó que los dejaran acercarse a El. Sinite parvulos venire ad me, talium est enim regnum coelorum (dejad que los pequeñuelos vengan a mí, pues de ellos es el reino de los cielos), y añadió, además, que ellos, los apóstoles, no entrarían en el reino de los cielos si no se hacían sencillos, puros y castos como aquel los niños. El Divino Salvador resucitó a un niño y a una niña; por qué? Porque, así lo interpretan los Santos Padres, no habían perdido la pureza. Por qué Jesucristo tuvo tanta predilección por san Juan? Sube al monte Tabor para transfigurarse y lleva como testigo a san Juan. Va a pescar con los apóstoles y prefiere subir a la barca de Juan. En la última cena deja que Juan recline la cabeza sobre su pecho, lo quiere por compañero en el Huerto de Getsemaní, lo quiere como testigo de su pasión y muerte en el Calvario. Ya clavado en la cruz, se vuelve a Juan y le dice: -Hijo, he ahí a tu madre; mujer, he ahí a tu hijo. Así le confía Jesús a su Madre, la criatura más grande de cuantas jamás salieron y saldrán de las manos de Dios. Por qué tan singular preferencia? Por qué? Porque san Juan tenía, queridos jóvenes, un título que le hacía acreedor al afecto especial de Jesús, su virginal pureza. Este amor de predilección de Jesús a Juan era tal que despertó celos en los otros apóstoles, hasta el punto de inducirlos a creer que Juan no moriría, porque había dicho Jesús a Pedro: -Y si yo quisiera que éste viviese hasta que yo venga, a ti qué te importa? -Efectivamente, san Juan fue un apóstol que sobrepasó en muchos años a todos los demás y a él manifestó Jesucristo la gloria que gozan en el cielo los que en este(**Es6.60**))
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