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mismísimo instante deliraba entre espasmódicos
dolores, se sentó de pronto en la cama, miró
alrededor y, completamente sereno y jovial,
exclamó:
>>-íEstoy curado!
>>Y volviéndose a don Bosco, preguntó:
>>-Y ahora qué tengo que hacer?
>>-íLevántate en seguida y ven conmigo a
cenar!, -contestó don Bosco.
>>Quería don Víctor Alasonatti ayudarle a
vestirse, pero don Bosco le dijo:
>>-No, si quiere estar curado, que se levante
por sí solo.
>>Los presentes le advirtieron que, dejar sin
más la cama tan de repente, sería peligroso por la
gran transpiración que todavía experimentaba.
>>-No importa, replicó don Bosco; levántate,
Davico; Domingo Savio no concede las gracias a
medias; levántate y ven a cenar.
>>Al oír estas palabras de don Bosco, todos
comprendieron que, al hablar en voz baja al oído
de Davico, no había hecho más que exhortarle a
pedir su curación a Domingo Savio. Yo quise
ayudarle a defenderse del aire frío, pero don
Bosco me invitó a seguirle diciéndome:
>>Déjele arreglarse por sí mismo, que ya es
capaz de hacerlo.
>>Para colmo de nuestro estupor, tan pronto
como Davico salió de la cama, vomitó todas las
medicinas que se le habían dado, de modo que no se
puede atribuir la curación más que a la
intercesión del santo joven Domingo Savio.
>>En cuanto se vistió, todos alegres, y
bendiciendo al Señor, bajamos con él al patio
donde los alumnos, que se habían enterado de lo
sucedido, habían acudido para verle. El llevaba
todavía en la cabeza el gorro blanco de dormir y
hablaba y reía ((**It6.783**)) con
todos. Entró en el refectorio, sentóse al lado de
don Bosco y cenó con mucho apetito; después,
volvió a acostarse. Al día siguiente se levantó
con los demás, y ahora se encuentra tan bien como
antes. íGracias a Dios!>>.
La relación está firmada por el caballero
Federico Oreglia di Santo Stefano y el clérigo
Domingo Ruffino.
También Francisco Dalmazzo dio amplio
testimonio de esta curación repentina; y el mismo
Modesto Davico, más tarde sacerdote, nos confirmó
este hecho, en los últimos años de su vida,
atribuyendo su curación a la viva fe de don Bosco.
Estos hechos atraían hacia don Bosco la
continua, reverencial, pero sagaz curiosidad y
atención de todos los alumnos, especialmente
(**Es6.590**))
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