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de Dios y de su inmaculada ((**It6.773**)) Madre,
él os transformará en ángeles en la tierra, dignos
del triunfo que os espera en el cielo.
íAfortunados vosotros! Pero, a esta bendición debe
contribuir vuestra firme voluntad.
En estas palabras compendiaba él la opinión de
todos los moradores del Oratorio acerca de las
virtudes de don Bosco, que ofrecía a los jóvenes
un conciso programa para aprovechar con mérito y
fruto el año escolar.
Las papeletas destinadas a dar cuenta a las
familias de las calificaciones trimestrales de sus
hijos, firmadas por don Bosco, estaban encabezadas
con dos versículos de la Biblia. Al lado derecho
se leía:
Initium sapientiae timor Domini: el principio de
toda sabiduría es el temor de Dios (Salmo 110). -Y
en el izquierdo: Quae in juventute tua non
congregasti, quomodo in senectute tua invenies?:
Lo que no recogiste en la juventud, cómo podrás
disfrutarlo en la vejez? (Ecles. XXV, 5).
Dos advertencias hacía don Bosco también a los
clérigos para mantener el buen espíritu en la
Casa. Formulaba la primera con esta sentencia de
san Vicente de Paúl: -Una comunidad que observa
con exactitud el silencio a la hora establecida,
es ciertamente fiel a las demás constituciones; si
por el contrario, cada cual habla a su talante, de
ordinario no se observan ni las reglas, ni el
orden.
La segunda la repetía recomendando la
asistencia de los muchachos: -Cuando no tengáis
ninguna ocupación, dad cada día durante el recreo
una vuelta por los corredores y las escaleras,
tendréis el mismo mérito que si hubieseis salvado
una alma.
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