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le deseo todas las bendiciones del Cielo, al
tiempo que, con la mayor consideración, me
profeso,
De V.E.
Turín, 14 de octubre 1858
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
P. S. Los dos chicos Berardi y Litardi, que su
caridad recomendó, siguen en esta casa y los dos
aprenden un oficio.
Don Bosco dirigió otra carta al Presidente de
la Obra Pía de San Pablo.
Ilustrísimo Señor:
Siempre que me he encontrado en una grave
necesidad y he acudido a la Pía Obra de San Pablo
para obtener subsidios en favor del Oratorio de
San Francisco de Sales, he sido atendido. Un caso
excepcional me obliga, también este año, a
recurrir a esa fuente de beneficencia.
La humedad de la iglesia, que le mencioné en
otra carta, la hizo verdaderamente insalubre para
los pobres muchachos que se reunían en ella y
deterioraba los objetos y ornamentos destinados al
culto divino. En consecuencia se hizo construir
una bóveda, con la consiguiente excavación bajo el
pavimento. Este trabajo, que en un principio no
parecía muy costoso, ha supuesto tal cantidad de
dinero, que sobrepasa mis fuerzas y las ofrendas
de algunos piadosos bienhechores. El gasto total
llega a seis mil liras; la Divina Providencia ya
ha abierto el camino para cuatro mil. Faltan
todavía dos mil liras que necesito urgentemente, y
que no sé dónde encontrar; sin ellas tendría que
suspender los trabajos con grave perjuicio.
Por eso acudo humildemente a la bondad de V.
S., suplicándole quiera, ((**It6.62**))
socorrerme también esta vez, ayudándome así a
llevar a cabo una obra que únicamente tiende a
promover el culto divino entre los fieles
cristianos y especialmente entre la juventud
abandonada.
Lleno de confianza en la experimentada bondad
de V.S., le deseo todo el bien del Cielo, al
tiempo que, con la mayor gratitud y consideración,
me profeso,
De V.S., Ilma.
Turín, 15 de octubre 1858
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Es de notar el hecho de que don Bosco; aún
teniendo que atender a continuos y apremiantes
cuidados materiales, no perdía su unión con Dios,
como lo prueba su disposición constante para
cualquier oficio del sagrado ministerio. Don Juan
Bonetti nos conservó el esbozo completo de una
plática que dio don Bosco aquel año sobre la
virtud de la pureza. Al meditarla se percibe la
eficacia latente bajo el velo de sus períodos,
aunque falte la expresión de su voz, de su mirada
y la de sus descripciones. Así habló don Bosco a
sus muchachos.(**Es6.58**))
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