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((**Es6.551**) las peticiones. Y cuando llegaban a Valdocco los padres con sus hijos, aconsejaba a muchos que tuvieran a bien colocarlos en Giaveno. En principio se negaban rotundamente. Pero don Bosco les aseguraba que el ambiente del Seminario Menor sería en adelante el mismo del Oratorio, la comida todavía mejor y el aire bonísimo. Al enterarse los padres de que aquel colegio iba a ser dirigido por don Bosco, prestaban su consentimiento y se daban por satisfechos, pues era ilimitada la confianza que les inspiraba su nombre. Estas propuestas las hacía a los más acomodados, de forma que todos pagaban la pensión completa con no ligero detrimento para las finanzas del Oratorio, que reservaba para sí a los más pobres. Algún tiempo antes fue don Bosco a Giaveno. Como el Alcalde estuviera persuadido de que, por falta de alumnos, sería cerrado el Colegio sin esperanza alguna de poder volver a abrirlo, fue al Seminario para hablar con el teólogo Pogolotto, ignorando las últimas decisiones de la Curia. Llevaba consigo una carta del Ministerio, en la que se reconocía el derecho del Ayuntamiento a la posesión de aquel edificio escolar. Al encontrarse con don Bosco, le preguntó: -Dónde está el Rector? Tengo que comunicarle un asunto muy importante. -Puede usted hablar; el Rector soy yo. -Usted, don Bosco? Pero no se cerró el Colegio definitivamente? ((**It6.731**)) -El Colegio no se cerró y seguirá funcionando para el fin que se fundó. -Pero no está sin alumnado desde hace mucho? -Sin alumnado? El Colegio está lleno de muchachos. Ya hay muchos matriculados que llegarán esta misma semana. Vuelva dentro de unos días y los verá aparecer por todas partes. Enmudeció el Alcalde, observó los preparativos que se hacían para comenzar las clases y se retiró. No se esperaba semejante sorpresa. En efecto, además del clérigo Vaschetti, Prefecto de disciplina y de la administración, llegaron los clérigos Juan Boggero y Felipe Turletti, destinados como asistentes y elegidos para trasplantar a aquella comunidad el espíritu del Oratorio. Don José Rocchietti ocuparía el cargo de director espiritual y se trasladaría de vez en cuando desde Turín. Resultaba, pues, que don Bosco se sacrificaba para el bien de la diócesis y se privaba de un personal óptimo, que le hubiera sido de gran ayuda en su Oratorio, que iba siempre en aumento. (**Es6.551**))
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