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proyectos, muy buenos por sí mismos, y procuremos
tan sólo excitar la devoción a la Virgen.
Añado un aviso de poca importancia.
((**It6.722**)) Cuando
alguien recibe una advertencia de los Superiores
por algún defecto o falta, no la considere como
disminución de aprecio por parte de los mismos. Ni
es así, ni puede serlo. Todos pueden fallar, pero
la advertencia procede de un amigo que ama
sinceramente; y quien ama, aprecia. Asimismo, no
deduzcamos de la mirada del Superior, si gozamos o
no de su favor. A veces, por parecernos que el
Superior no nos ha sonreído como solía, o que no
nos ha dirigido la palabra, o saludado, nos
entristecemos, e indagamos el motivo. Esto puede
suceder por otra razón muy distinta de la de no
estar satisfecho de vuestra conducta. Puede ser
una inadvertencia, una preocupación de la mente,
que distrae al Superior y que le impide fijarse en
vosotros. Pero nunca, porque tenga algo contra
vosotros. Cuando no se os hace ninguna
amonestación es señal de que no hay nada a vuestro
cargo. Cuando hay que hacer un reproche, no
acostumbramos aguardar a que se repita la falta
para que la corrección tenga más fuerza. No;
cuando hay algo que decir, se dice en seguida.
De hoy en adelante deseo que estas conferencias
coincidan con los días en que cae alguna
festividad de la Virgen. Entretanto os anuncio que
el padre Durando, sacerdote de la Misión, ha sido
elegido para examinar nuestras reglas y recabar su
aprobación del Arzobispo.
Del encargo confiado al padre Durando y llegado
a conocimiento de don Bosco por confidencias de
amigos, le hablaba también monseñor Fransoni en
respuesta a una carta suya.
Ginebra,
12 de septiembre 1860
Queridísimo don Bosco:
Su carta, fechada a 7 de julio, creo que fue
escrita el 7 de agosto; pero, aunque fuera así, me
ha llegado con mucho retraso, ya que la recibí
ayer desde Lyon, a donde debe de haber llegado
poco antes, pues la semana anterior me enviaron
otras. Siento, debido a mi ausencia, no haber
podido ver a la señora Losanna, a la que creo
conocer, y no he tenido oportunidad de saber
cuáles son las ((**It6.723**)) nuevas
facultades que desea, como ampliación del
Rescripto Pontificio, para el Oratorio privado.
Con respecto al Reglamento, aguardo respuesta de
Turín, pues, como creo haberle escrito, he mandado
examinarlo a eclesiásticos entendidos en materia
de comunidades; yo me he limitado a una ligera
advertencia. Pero, si usted tuviese algo que
objetar acerca de las variaciones que se hicieran,
me las puede proponer libremente.
Me alegro de que los Oratorios sigan bien y
espero que el Señor no permitirá lo que usted
teme, aun cuando, por desgracia, tenga fundamento
para ello.
Le ruego me salude a los tres eclesiásticos,
que me menciona, y créame, como de todo corazón
tengo el gusto de profesarme una vez más,
Su seguro
y afectísimo servidor
LUIS, Arzob. de Turín
(**Es6.545**))
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