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que se diera prisa en socorrer a aquel colegio.
Don Bosco declaróse dispuesto a hacer cuanto
estuviese a su alcance, pero deseaba saber qué
condiciones pensaban exigirle. Le contestaron:
-Ninguna; se le da plena libertad de acción;
póngase al frente de todo; haga y deshaga, como si
se tratara de un asunto totalmente suyo; determine
el personal; nombre el Director, acepte en el
Colegio a quien quiera, imponga reglamentos:
ísalir a flote es nuestro plan; eso es todo!
Entonces aceptó don Bosco y, agradeciéndoselo
cordialmente, confirmáronle los dos canónigos su
plena autoridad en la dirección del Colegio.
-Pero con qué medios piensa lograr su intento?,
preguntáronle todavía aquellos señores.
-Déjenlo de mi cuenta; ya verán. Volveremos a
abrir las escuelas en noviembre, con cien alumnos,
por lo menos.
Manifestó el canónigo Vogliotti que le parecía
imposible alcanzar aquel número al comienzo del
curso; pero don Bosco confirmó la promesa y expuso
su plan. Se reservaba para sí, según atestigua don
Francisco Vaschetti, la alta dirección del
Seminario, mas sin asumir la investidura oficial,
que efectivamente nunca ostentó. Puso después la
condición absoluta de que el Rector interno tenía
que ser independiente del Arcipreste y de todos
los demás sacerdotes del pueblo; y que no
reconocería más Superior que la suprema autoridad
diocesana. Pidió además que la Curia declarara
esta independencia con un decreto.
((**It6.720**)) Y el
Canónigo aceptó aquellas condiciones.
Deseaba don Bosco enviar a don Víctor
Alasonatti como Rector a Giaveno; pero, dado que
su presencia en Turín era indispensable, nombró
para este cargo a su amigo don Juan Grassino,
teniente cura de Cavallermaggiore, que había
vivido seis meses en el Oratorio y conocía su
método de educación.
El Provicario asintió, y el antiguo vicerrector
y ecónomo, teólogo Alejandro Pogolotto, no tardó
en ser nombrado Canónigo de la Colegiata de
Chieri.
Avisado don Juan Grassino del honroso, pero
difícil cargo que se le quería confiar, se
presentó en el Oratorio declarando que no lo
aceptaba; pero se sosegó con las razones de don
Bosco. Prometióle éste que le daría como
auxiliares algunos clérigos modelos de virtud y un
Prefecto entendido en economía, en enseñanza
clásica, y que sería su brazo derecho para la
disciplina. Aseguróle, además, que lo asistiría
constantemente de obra y de palabra.
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