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durante muchos años, hasta obtener títulos
universitarios, dejaban el Oratorio y se
convertían en enemigos suyos, vencidos por sus
pasiones, por respeto humano o por opiniones
políticas; don Bosco hablaba siempre bien de
ellos, los saludaba cariñosamente cuando se
encontraba con ellos y obtuvo para algunos puestos
honoríficos y lucrativos, después de haberle
maltratado.
>>Uno de éstos, que durante muchos años le
injurió y perjudicó gravemente,y que vivió siempre
apartado de él, fue a visitarle un día, después de
la comida, para cierto asunto de su propio
interés, mas no para pedirle perdón. Lo anunció el
sirviente, y los que estábamos presentes sentimos
curiosidad por asistir a aquel encuentro. Don
Bosco al oír aquel nombre, contestó sin alterarse:
>>-A qué viene aquí...? Dile que me deje en
paz.
>>Pero aquél, de improviso y sin ser notado,
entró en la sala, llegó hasta sus espaldas, y le
dijo:
>>-íDon Bosco!
>>Don Bosco no se estremeció, no cambió de
color, no hizo el menor gesto de impaciencia y
exclamó:
>>-íHola! Tú por aquí?
>>Y entabló conversación con él, como si
hubiesen estado siempre en óptimas relaciones>>.
Don Francisco Cerruti: <>.
((**It6.694**)) Don
Miguel Rúa, don Joaquín Berto y don Juan Turchi,
todos a una, repetían:
<>-Sed siempre fáciles en juzgar bien al
prójimo y, si no podéis hacer más, interpretad
bien sus intenciones, disculpándole al menos por
éstas; no echéis nunca en cara las ofensas ya
perdonadas. Haced bien a todos y mal a ninguno.
>>Efectivamente, él se portaba con gran
mansedumbre, cuando le tocaba sufrir algún daño
para sus obras o sus muchachos; se defendía, sí,
con buenas razones, pero no guardaba resentimiento
personal;
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