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sus malvados planes; mientras tanto, recemos y no
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temamos. Y cuando se hablaba del triste final de
los que habían contrariado la obra de los
Oratorios y de las desgracias que les habían caído
en suerte, levantando los ojos al cielo,
exclamaba: -íQué terribles son los juicios de Dios
contra los que persiguieron a nuestro Oratorio!
íOjalá haya tenido Dios misericordia de sus almas!
- Calumniado por ciertos diarios, tales como la
Gaceta del Pueblo, no permitió contestarles, ni
tener resentimiento contra los indignos
escritores, ni proferir palabras que supieran a
insulto contra ellos o contra sus inspiradores.
Antes al contrario, solía decir: -íTengamos
paciencia! También pasará esta tormenta. íSon
gente despistada que la emprende contra don Bosco,
que no quiere más que hacer un poco de bien!
Vamos, pues, a dejar que se pierdan las almas?
íSin quererlo, contrarían la obra de Dios! íYa
sabrá El desbaratar sus planes!>>
El canónigo Anfossi: -<>-íGuárdese mucho de ese tal que no va a su
favor!
>>El me contestaba:
>>-No soy de tu parecer, pues vino a verme en
alguna ocasión para recomendarme muchachos y yo
hice todo lo posible para complacerle.
>>Y solía dar esta razón cuando caía la
conversación sobre sus adversarios, que hablaban
mal de él:
>>-Hablan así y opinan así porque no conocen a
don Bosco; generalmente son personas que nunca
vinieron a nuestro Oratorio; mas si se acercaran,
dejarían de contrariarnos.
>>Difícilmente creía cuando se le decía que
alguien era enemigo suyo>>.
Don Francisco Dalmazzo: <((**It6.693**)) vez por
qué se mostraba tan bondadoso con aquellas
personas enemigas, respondía:
>>-Porque es nuestro deber amar a todos,
incluso a los enemigos.
>>Y si se trataba de hombres poderosos, que
pertenecían al Gobierno de la nación, añadía:
>>-Y también ne noceant (para que no hagan
daño).
>>Igualmente noté que se portaba de la misma
manera con ciertos jóvenes, que después de haber
sido educados y mantenidos por él,
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