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pues bien, atestiguaron testimonios oculares que,
en los excesos de su furiosa locura, quería
alimentarse con sus propias heces y en ellas se
revolcaba día y noche. íQue Dios haya tenido
misericordia de él!
También a los instigadores y ejecutores de sus
odiosas órdenes les tocó sufrir una suerte
desgraciada.
Dos de ellos, que dieron prueba de su gran celo
en estos registros y en otros, hechos a distintas
familias de la ciudad, fueron enviados en premio a
su actuación poco más tarde a Bolonia como
delegados de policía. Mientras redoblaban allí su
solicitud para mostrarse dignos del ascenso
recibido, una noche, al salir de la comisaría,
((**It6.691**)) fueron
ambos alcanzados por el disparo de un trabuco,
maniobrado por mano desconocida, y los dos cayeron
muertos en el acto.
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Pero don Bosco tenía siempre compasión de sus
enemigos, lo mismo públicos que privados.
Presentamos algunos testimonios, que nos dieron de
palabra y por escrito.
Don Juan Bonetti: <>.
Monseñor Cagliero: <(**Es6.519**))
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