((**Es6.512**)
alardeando de versado en religión y doctrina
evangélica, le espetó, a fuer de buen sofista,
este otro silogismo:
-No cabe duda de que don Bosco cree en el
Evangelio; pero el Evangelio dice que el que está
con Cristo, no puede estar con el mundo; por
tanto, si usted está con el Papa y por
consiguiente con Cristo, no puede estar con el
Gobierno. Sit sermo vester: est est, non non. (Sea
vuestra palabras sí sí, no no). Seamos sinceros: o
con Dios o con el diablo.
-Con este razonamiento, contestó don Bosco,
parece que el señor Conde quiere hacernos creer
que el Gobierno está, no sólo contra el Papa, sino
contra el Evangelio, contra Jesucristo mismo.
Por lo que a mí toca, me cuesta convecerme de
que el conde Cavour y el comendador Farini hayan
llegado a tal exceso de impiedad como para
renunciar incluso a la Religión en que nacieron y
se educaron y con la cual, a través de la palabra
y los escritos, demostraron en más de una ocasión
su respeto y admiración. Pero, sea ello como
fuere, la cita evangélica de S.E. responde
exactamente a nuestra dificultad, cuando
Jesucristo dice: Dad al César lo que es del César
y a Dios lo que es de Dios. Por lo tanto, según el
Evangelio, un súbdito de cualquier Estado puede
ser buen católico, estar con Jesucristo, pensar
como el Papa, socorrer al prójimo, y al mismo
tiempo estar con el César, es a saber, observar
las leyes del Gobierno, a no ser que tuviese que
vérselas con: perseguidores de la religión, o con
tiranos de la conciencia y de la libertad.
((**It6.682**)) -Pero
el est est, non non, no obliga acaso a un católico
a declararse sinceramente por qué partido lucha,
si por Cristo o contra El?
-El est est, non non, es una sentencia
evangélica, que yo, como sacerdote, estoy en
condición de explicar a Sus Excelencias. Estas
palabras no tienen nada que ver con la política;
significan que, aun cuando es lícito el juramento
para confirmar la verdad, sin embargo, no se debe
emplear sino cuando lo pide la necesidad;
significan que a una persona honesta, para ser
creída, le basta afirmar sencillamente si la cosa
es o no es, sin necesidad alguna de acudir al
juramento; significan, por fin, que las personas
honradas y seglares deben presentar fe al que
afirma de esta manera, sin pretender que jure.
Proceder diversamente es indicio de desconfianza
en los unos, o de mala fe en los otros, y de poco
o ningún respeto en todos al santo nombre de Dios,
a quien nunca debe invocarse en vano, es decir,
inútilmente y sin necesidad. Ahora bien, aplicando
esta sentencia a nuestro caso y, pese a mis
afirmaciones, cree acaso el señor Conde
(**Es6.512**))
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