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((**Es6.508**) sobre esos pobres muchachos socorridos por mis manos. Yo no esperaba que se recompensarían de este modo mis solícitas condescendencias... Pero, basta; Dios justo y todopoderoso vengará a su tiempo al inocente oprimido. Los secretarios se miraban unos a otros; unos sonreían, otros se quedaban pensativos. Entretanto, Farini repetía: -Usted está loco, señor abate, usted está loco. Si yo le mando encarcelar, cómo va a poder escribir y enviar todo eso a la imprenta? -Aun encarcelado, creo que Su Excelencia me dejaría para mi consuelo por lo menos una pluma, tinta y papel; mas si hasta de esto estuviese privado, incluso, de la vida, surgirían bien seguro otros escritores para hacer mis veces en su momento. ((**It6.676**)) -Y usted se atrevería a transmitir a la historia hechos que pudiesen infamar a un Ministro y a un Gobierno? -Quien no quiera ser infamado no tiene más que obrar honradamente. Por otra parte, creo que escribir y publicar la verdad es un derecho y un deber de todo buen ciudadano y, además, un servicio que se presta a la sociedad civil; y este cometido, lejos de ser reprobable, es muy recomendable; más aún, es una gloria. Por mi parte me alegro al pensar que también estas consideraciones movieron a Su Excelencia a escribir algunas de sus obras, sobre todo El Estado Romano. Farini calló; por un instante pareció que estuviera sumido en una seria reflexión, y después, volviendo al tono anterior y dejando de amenazar, tornó al fondo de la cuestión y preguntó: -Pero usted, señor abate, podría afirmar en conciencia que en su casa no se sostienen reuniones reaccionarias y que usted no mantiene correspondencia epistolar con los jesuitas, con el arzobispo Fransoni y con la Corte Romana con fines políticos? -Excelencia, si ama la verdad y la sinceridad, permita que le diga que me siento indignado, no contra usted, a quien respeto como autoridad, sino contra esas personas, que le denunciaron semejantes mentiras contra mí; contra esos menguados que, por una torpe ganancia, conculcan todo principio de honestidad y de conciencia y trafican con el honor y la tranquilidad de ciudadanos pacíficos. Sí, le repito y aseguro sobre mi conciencia, que yo no he hecho nada de cuanto le han denunciado contra mí y mi Instituto, y aguardo de Su Excelencia alguna prueba, aun cuando no fuera más que una sola, que desmienta mi afirmación. (**Es6.508**))
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