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supo qué le pudo decir a Spaventa para producirle
semejante cambio.
Contó después don Bosco a sus colaboradores
sólo la parte del coloquio que se refería al
Oratorio, y por sus palabras se pudo reconstruir
el diálogo.
Invitó el Secretario a don Bosco a sentarse
junto a él y después, en tono amable y bondadoso,
le dijo:
-Sé que usted hace mucho bien; dígame, pues, en
qué puedo servirle, puesto que, por cuanto de mí
dependa, lo haré muy gustoso.
-Pido con todo respeto, respondió don Bosco,
que me diga el por qué de los registros; más aún,
de las persecuciones, que ordena el Gobierno
contra mí.
-Es que usted sigue una política... tiene un
espíritu... Pero, yo no estoy en condiciones de
decirle todo. Hay cosas reservadas al señor
Ministro. Habría que hablar con él. Puedo decirle,
con todo, que se pondría inmediatamente término a
todas las molestias, si usted quisiera hablar
claro y revelar los secretos.
-No sé, caballero, a qué secretos pretende
aludir.
-A los secretos jesuíticos, por culpa de los
cuales se le hicieron los registros de que usted
se lamenta.
((**It6.668**)) -Ignoro
en absoluto tales secretos y ansío conocerlos para
hacer las aclaraciones oportunas, si está en mi
poder. Hábleme Su Señoría con toda franqueza y yo
le responderé con la misma sinceridad.
-Yo no puedo entrometerme en eso; pregúnteselo
al Señor Ministro y se lo dirá todo.
-Si Su Señoría cree que no puede decirme lo que
pregunto, hágame al menos una excelente obra de
caridad.
-Cuál sería?
-Obtenerme una audiencia del Señor Ministro.
-Sí, haré por obtenérsela; pero a estas horas
es muy difícil. Voy, sin embargo, a intentarlo.
Espere aquí un momento, pero no hable con nadie de
este asunto, porque podría ser mal entendido y
peor interpretado, con mayor daño para usted.
Dicho esto, salió el señor Spaventa del
despacho, fue a hablar con el comendador Farini, y
media hora después volvió. Díjole entonces a don
Bosco:
-El Ministro está ocupado, y no puede por ahora
recibirle, pero mañana le avisará cuándo podrá
hacerlo.
Diole don Bosco las gracias y salió sereno y
sonriente. El Secretario,
(**Es6.502**))
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