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de la oración y la frecuencia de los Sacramentos,
pero jamás se mete en asunto de guerras y soldados
de este mundo.
-Corren voces de que Pío IX le ha mandado mucho
dinero. No sabe usted algo de eso?
-Sé que el año 1858, cuando don Bosco fue a
Roma, Pío IX le entregó una cantidad para que
alegrara un día a todos los chicos de los tres
Oratorios de Valdocco, Puerta Nueva y Vanchiglia;
pero no sé, ni creo que después le haya enviado
ese dinero que usted dice. Si así fuera, no se le
vería salir tan a menudo para ir a pedir limosna
por Turín para sus huerfanitos, ni estaría tan
acosado por sus acreedores. Imagínese, señor Jefe,
que, de vez en cuando, he asistido en la portería
a escenas que de veras me daban lástima. Acudían
los acreedores, que sabían la hora en que tenía
que salir o entrar en casa, lo esperaban allí, y
entonces unos rogaban, otros gritaban y algunos
amenazaban diciendo que querían cobrar. El pobre
hombre prometía pagar a todos, que no dejaría
perder un ochavo a ninguno, pero que, por el
momento, ((**It6.635**))
tuvieran paciencia, porque no disponía de nada,
absolutamente de nada. Yo fui también jefe de la
zapatería y sé que el proveedor de pieles no
quería a veces suministrarle porque don Bosco no
podía pagar a tiempo. Puede usted creerme, señor
Jefe; si don Bosco tuviese tanto dinero como
cuentan, no lo gastaría ante todo para librarse de
tantos fastidios?
-Y el dinero que manda a sus hermanos, que
compran fincas, construyen casas y palacios, de
dónde lo saca?
-Esto no es verdad, señor Jefe, porque don
Bosco no tiene padre, ni madre, ni hermanas; sólo
tiene un hermano que trabaja la tierra con sus
hijos.
-Sin embargo, me han contado que durante las
vacaciones lleva de excursión a sus muchachos a
Castelnuovo de Asti; a casa de quién los lleva?
-Los lleva a su casa, que no es ningún palacio
ni una gran finca; es tan pequeña que, a duras
penas, si los muchachos pueden resguardarse de la
intemperie, amontonados en la cuadra y en el
pajar.
-Será como usted dice, pero no se puede negar
que don Bosco recibe dinero. Sabría usted decirme
quiénes son sus principales bienhechores?
-También yo creo que don Bosco tiene en Turín
bienhechores que le socorren porque, de otro modo,
tendría que dejar morir de hambre a cientos de
pobres jovencitos o abandonados en la calle. Todas
las personas caritativas lo ayudan; pero yo no sé
quiénes son éstas. Por lo demás confieso que me
gustaría que todos los turineses
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