((**Es6.463**)
A lo que contestó con sencillez:
-Déjenme un minuto para dar la bendición
((**It6.616**)) a mis
hijos, y después estaré a sus órdenes. Ustedes
quieren lo que yo no tengo, porque nosotros
vivimos de la Providencia.
Mientras decía esto, pareció que don Víctor
Alasonatti se desmayaba de nuevo; y entonces,
volviéndose don Bosco a los investigadores,
díjoles justamente indignado:
-Ustedes abusan de su poder; deben ser jueces y
se convierten en verdugos. Su proceder no les
merecerá las bendiciones de Dios, ni el aprecio de
los hombres; será una página indigna de la
historia. Han sido enviados aquí para buscar algo
que pueda interesar al fisco? Cumplan en hora
buena su cometido; pero sin oprimir a los
ciudadanos honrados en su pacífico domicilio. Yo
protestaré contra ustedes ante los ministros, ante
el mismo Rey, y espero que no sean insensibles a
mis reclamaciones.
Ante aquellas palabras, tan fuertes, el
caballero Gatti respondió con ademán humilde y
cortés:
-Perdone, don Bosco, no hemos venido aquí para
perjudicar a nadie: no hemos hecho más que pedir
explicaciones.
-Las explicaciones se piden a quien puede
darlas. El Superior responsable de esta
Institución soy yo, pídanme a mí y no a los
subalternos, que no están en condiciones de
satisfacer sus requerimientos. Le ruego que a
éstos los dejen en paz.
-Discúlpenos, dijeron a su vez el señor
Malusardi y el profesor Petitti, y convénzase de
que lo sucedido fue contra nuestra intención.
Y con estas palabras acabó el incidente.
Entonces don Bosco encargó a algunos de casa
que atendieran al pobre don Víctor. Hizo luego
pasar a los inspectores a la habitación contigua
para apartar de la presencia del buen Prefecto a
los autores de su mal. Estos expusieron a don
Bosco ((**It6.617**)) que
tenían orden de inspeccionar la casa y visitar las
escuelas, y de hacerlo todo de manera amistosa y
cortés.
-Si tenían orden de hacerlo de manera amistosa
y cortés, observó don Bosco, no hacía falta venir
acompañados de una escolta de policías y asustar
de este modo a mis pobres muchachos.
-Puede estar usted seguro, contestó el señor
Malusardi, de que los guardias no tocarán ni un
cabello a ninguno de los suyos; han venido como
simple acompañamiento.
-Los policías, los soldados y los guardias de
orden público, replicó don Bosco, sólo están como
de simple comparsa en la plaza de
(**Es6.463**))
<Anterior: 6. 462><Siguiente: 6. 464>