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los internos suman trescientos, divididos en dos
categorías: estudiantes ((**It6.612**)) y
aprendices. De éstos hay cuarenta huérfanos de
padre y madre y ciento veintisiete no tienen padre
o madre.
-Qué pensión pagan?
-Sólo diecisiete alumnos y dos clérigos pagan
pensión normal.
La mayor parte, por ser pobres de solemnidad y
abandonados, no pagan nada; más aún, hay que
calzarlos y vestirlos; los demás pagan algo, según
las posibilidades de su familia.
-Y cuanto es ese algo?
-Diez o doce liras al mes, alguna brenta
(cincuenta litros) de vino al año, un saco de
arroz, de maíz, de castañas u otras cosas por el
estilo.
-Esto no basta, a todas luces, para mantener a
tantos muchachos todo un año; cómo se hace, pues,
frente a los gastos?
-El Ayuntamiento de Turín da trescientas liras
al año; la Orden de san Mauricio y san Lázaro,
quinientas y la Curia Arzobispal, mil.
-Todo esto junto no suma mas que mil
ochocientas liras, que no pueden cubrir los gastos
de alimentación, vestido y conservación del
edificio. Entonces, con qué otros medios se
abastece esta Casa?
-En los comienzos proporcionaron lo que
faltaba, en parte don Bosco y su madre con la
venta de su hacienda, en parte la caridad de
personas piadosas. Hoy día se puede decir que
todos nuestros recursos proceden de las limosnas
de los bienhechores.
-Quiénes son estos bienhechores?
-A muchos no los conozco, a otros no les gusta
que se les dé a conocer, y, por tanto, no estoy en
condiciones de responder a su pregunta.
-Dónde guardan el dinero?
-Ni tenemos caja donde guardarlo, pues ((**It6.613**)) tan
pronto como llega una cantidad, la empleamos para
pagar alguna de las deudas vencidas o a punto de
vencer.
Las concienzudas y veraces palabras de nuestro
buen Prefecto no agradaron a los tres
inquisidores. Estos, adoctrinados por sus jefes,
tenían metido en la mollera que don Bosco poseía
grandes cantidades de dinero, que le enviaban el
Papa y los Príncipes destronados, so pretexto de
abastecer a los muchachos, pero en realidad para
enrolar soldados y promover la guerra contra el
Gobierno. Esta idea fija era alimentada por los
periódicos sectarios, que propalaban a los cuatro
vientos la falsa noticia, según la cual el fisco
había descubierto en las residencias de los
jesuitas en Turín grandes tesoros y documentos
importantes, que revelaban la existencia de una
vasta conjuración.
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