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Balma, arzobispo titular de Tolemaida y que moraba
en Turín. Se hizo una gran fiesta en el Oratorio,
ya que don Angel Savio era el segundo alumno de la
Casa que seguía con don Bosco, después de
ordenarse.
>>El 4 de junio envió don Bosco a todos los
clérigos del Oratorio a hacer una visita de
cortesía al cardenal Corsi. Cuando volvieron se
pusieron a hablar del estado de la Iglesia y don
Bosco añadió:
>>-Disminuyeron los males en duración, pero
crecieron en intensidad>>.
Hasta aquí la Crónica.
Al temor de los males que se agolpaban sobre la
Iglesia añadíase otro muy amargo para el corazón
de don Bosco. Es él mismo quien escribió: <((**It6.589**)) por la
experiencia acerca de las cosas del mundo. Aunque
cenceño de constitución, vivía en continua
actividad, y gozaba de suficiente grado de salud
exenta de molestias; casi nunca había estado
enfermo. Pero en los últimos meses, bien que
gastado por los trabajos, enflaquecido por las
penitencias y ayunos, no cesaba de asumir trabajos
apostólicos de diverso género. Mas he aquí que, de
pronto, cambia su manera de hablar, de pensar y de
obrar. Manda llamar a un sacerdote con el que se
había comprometido para predicar una tanda de
ejercicios espirituales en san Ignacio, en Lanzo,
y le dice que él no puede ir. Le preguntan por
qué, y se limita a decir:
>>-Más tarde lo sabréis.
>>Renuncia a toda ocupación ajena a la
Residencia Sacerdotal; a los mismos enfermos, a
quienes solía visitar con gran caridad, los
recomienda y confía a otro sacerdote para que se
cuide de ellos, y él, casi siempre encerrado en su
habitación, termina sus disposiciones
testamentarias y pone en orden todas sus cosas,
como si hubiese de partir para la eternidad>>.
Don Bosco andaba pensativo; rezaba y mandaba
rezar.
También rezaban por el mismo don Bosco sus
numerosos amigos, esparcidos ya por muchas
regiones de Italia, pues no sabían cuáles podrían
ser las consecuencias de los registros y la suerte
que le esperaba al siervo de Dios, a quien muchos
seguían creyéndole en la cárcel. Fue, pues,
menester, para calmar los ánimos alarmados de
muchos y buenos cristianos, dar un mentís rotundo
a los periódicos sectarios. En consecuencia,
publicó Armonía del 3 de junio el siguiente
articulito:
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