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((**Es6.437**) -íDon Bosco! Pero es usted de veras? Juan Villa también, oída la voz esparcida por Turín, y que llevaba la prensa diaria, acerca del encarcelamiento de don Bosco, al día siguiente, solemnidad de Pentecostés, corrió al Oratorio para enterarse de lo sucedido y lo encontró confesando en la iglesia. Regresó al Oratorio después de comer, lo vio en medio de más de doscientos muchachos, se acercó a él y le dijo: -Va la gente diciendo por Turín que don Bosco está en la cárcel; y don Bosco está aquí prisionero de sus chicos. Al día siguiente apresuróse don Bosco a trasladarse a la Residencia Eclesiástica de San Francisco de Asís para poner sobre aviso a don José Cafasso y sugerirle las precauciones que debía tomar para eludir una inspección, que parecía inminente. Cuando don José Cafasso oyó los términos precisos de la orden ministerial, no se turbó. Se limitó a exclamar: -Si clavaron a Jesús en la cruz, por qué van a perdonarnos a nosotros? La gente que iba y venía por la calle se paraba maravillada mirando a don Bosco, a quien todos creían encarcelado. Efectivamente, iba don Bosco por la ciudad, acompañado del joven estudiane Juan Garino, y al llegar al comienzo de la entonces calle de san Mauricio, entrando por la calle de santa Teresa, oyó a los vendedores de periódicos que gritaban: -Don Bosco en la cárcel: a cinco céntimos el ejemplar. Era una hojita impresa por sus dos caras. Todos la compraban por la curiosidad de leer la gran noticia. Dio don Bosco dos ((**It6.582**)) perras chicas a Garino para comprar dos ejemplares y rióse con todas sus ganas. A buen seguro que el vendedor andaba muy lejos de sospechar que el comprador era el mismísimo don Bosco. Esparcióse la noticia de la inspección en el Oratorio por la ciudad, y se organizó en seguida una procesión de personas de toda clase y condición, eclesiásticos y seglares, nobles y plebeyos, que iban al Oratorio para visitar a don Bosco y condolerse con él de la afrenta recibida, y felicitarle por el fracaso de la trama. Uno de los primeros fue el Marqués de Fassati. La numerosísima afluencia de visitantes se prolongó durante varios días. Todos emitían juicios muy severos contra los que habían ordenado aquel acto ilegal. El martes, veintinueve de mayo, apareció en el diario Armonía el siguiente artículo: (**Es6.437**))
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