((**Es6.436**)
junto ((**It6.580**)) al
Oratorio, situada donde actualmente se encuentra
nuestra librería, al aparecer los guardias se echó
a correr excitado y llorando al Cottolengo, al
Refugio, a la Obra de San Pedro, a las Huérfanas y
a otros piadosos Institutos, diciendo a todos:
-íRecen, recen; están haciendo un registro a
don Bosco; quieren llevárselo a la cárcel!
Volvió después a su casita y, después de estar
en acecho e inquirir noticias, rehacía cada media
hora su ronda, corriendo y repitiendo:
-íRecen, recen!; ítodavía están los guardias en
el Oratorio!
Por fin al toque del Avemaría apareció radiante
de alegría a las puertas de aquellas benditas
casas anunciando:
-íDen gracias al Señor! Se han marchado los
guardias y don Bosco está libre.
Fue ésta una verdadera gracia de la Virgen,
pues estaba tan decidido el encarcelamiento de don
Bosco que el diario La Perseverancia, de aquella
misma mañana, había dado la gran noticia de que
don Bosco había sido recluido en la cárcel del
Senado. La noticia fue causa de una escena
conmovedora. El joven Gastini, que juntamente con
otros muchachos del Oratorio iba cada día a
trabajar fuera con maestros de la ciudad en sus
talleres, volvía a su puesto de trabajo, después
de comer en el Oratorio, sin la menor sospecha de
que la envidiable paz de la casa iba a ser turbada
tan gravemente al cabo de unos instantes.
Mientras, trabajaba, se le acercó de pronto un
compañero y le dijo:
-Tengo que darte una noticia. Tu don Bosco está
en la cárcel.
A Gastini se le cayeron las herramientas de las
manos y gritó angustiado:
-Qué dices?
-Que don Bosco está en la cárcel; lee esta
hoja.
Y se la dio.
Gastini leyó, palideció, salió del taller y
corrió desalado al Oratorio. Entró con los ojos
desorbitados, gritando:
-Dónde está don Bosco, dónde está don Bosco?
Quiero verlo.
((**It6.581**)) Se
hallaba don Bosco todavía en los pórticos, pero
Gastini andaba tan fuera de sí que no lo vio y
seguía preguntando:
-Dónde está don Bosco, dónde está don Bosco?
Los compañeros se lo señalaron y lo acompañaron
hasta donde estaba. En el primer momento Gastini
no lo reconoció, pero, después, fue calmándose
poquito a poco, rompió a llorar y se echó en sus
brazos, exclamando:
(**Es6.436**))
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