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cinco empiezan las confesiones de mis queridos
muchachos. íQué buen ejemplo les darían, si fueran
ustedes los primeros!
-Verdaderamente sería algo digno de pasar
((**It6.573**)) a la
posteridad, observó el abogado Túa, si nuestro
registro acabara en el confesonario.
-íBien! íEstupendo! Prepárense, pues, prosiguió
don Bosco y yo muy gustoso emplearé para su
provecho toda la tarde, en un trabajo mucho más
ventajoso que el registro.
-Sí; mas para mí sería inútil, replicó el
abogado Grasso; por ahora me falta el
arrepentimiento.
Don Bosco sonreía.
-Pero, cómo se explica esto?, observaron
aquellos señores; en todas las casas adonde vamos,
se asiste a escenas de horror. Una señora se
desmaya, a otra le dan ataques convulsivos, uno
llora en un rincón, alguien grita en otro lado,
mientras que usted se ríe, está tranquilo y nos
tiene a todos alegres. Por qué?
-Que por qué estoy tranquilo?, respondió don
Bosco; porque no tengo miedo. No es posible que
encuentren en mi casa nada que me comprometa. Su
visita es una broma de mal gusto, pero nada más.
Aquellos señores tenían toda su ropa cubierta
de polvo, de telarañas y jalbegue. de las paredes.
Limpiábanse las manos con los pañuelos, torcían el
cuello para mirar sus propias espaldas y frotaban
y sacudían ligeramente sus trajes. Contemplaba don
Bosco con aire de compasión, y el abogado Túa
murmuraba:
-Si no fuera por la esperanza de un ascenso...
Mientras iban y venían de este modo por la
habitación, parecióle a uno que debajo del
pavimento había un hueco que resonaba y sospechó
que se trataba de un escondrijo:
-Qué hay aquí debajo?, preguntó.
-Qué quiere usted que haya?
-Esto retumba; aquí hay un hueco.
-Es natural; el pavimento es pavimento.
-Bueno, mande llamar a un albañil.
-Y qué haremos con el albañil?
((**It6.574**)) -Abrir
un boquete y ver qué hay aquí debajo.
-íBravo, señores! Tómense ustedes ese trabajo
que yo no tengo ganas de arruinar mi habitación.
E iba aquel tipo dando golpes sobre las
baldosas con el tacón, para cerciorarse. Entonces
volvióse don Bosco a los demás y les dijo
sonriendo:
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