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((**Es6.430**) -íLibros de los jesuitas! Exclamó el otro; ítodos secuestrados! -No, objetó el Delegado, son demasiado gruesos y se necesitaría un mulo para llevarlos; véase antes su contenido. Aquél, para no dar a entender que no sabía leer en los libros voluminosos, abrió el tomo que tenía entre las manos y estuvo leyendo durante casi una media hora. Al fin dijo: -íAl diablo con estos libros y quien los escribió! No se entiende ni jota; están todos en latín. Si yo fuera rey, aboliría el latín y prohibiría imprimir libros de esta lengua. En conclusión, qué contienen estos volúmenes? De qué tratan? -Son las vidas de los Santos. Ese que usted lee, respondió don Bosco, contiene la vida de san Simón Estilita. Oigan todos un instante: ((**It6.572**)) este hombre extraordinario, horrorizado ante el pensamiento del infierno, pensando que no tenía más que una sola alma y temiendo perderla, dejó la patria, los parientes y amigos y fue a hacer una vida santa en el desierto. Subióse después a una columna y sobre ella vivió muchos años, gritando siempre contra esos hombres del mundo, que sólo piensan en gozar, sin hacer caso de las penas eternas, que están preparadas en la otra vida para los que viven mal en la tierra. Y, hojeando aquel volumen, prosiguió: -Trata también, véanlo ustedes, de otras buenas personas, que por no ir a vivir con el diablo, obedecieron las leyes de Dios y de la Iglesia. Fíjense en este santo, y señalaba la portada de la página: este santo se confesaba una vez a la semana. Este otro, y mostraba el principio de otro capítulo, se confesaba dos veces por semana. Este otro, se confesaba cada día y éste que viene a continuación... -íBasta, basta, don Bosco!... -íBasta, si quieren! Pero adviertan que todos ésos cuyas gestas se leen en estos libros, cumplieron con Pascua cada año, como supongo harán también ustedes, señores míos. Al oír este disparo a quemarropa, aquellos buenos señores contestaron: -íClaro, claro...! íNo faltaba más...! íQué diantre! No vaya usted a creer que nosotros... íseguro! Y los Bolandistas volvieron a ser colocados en su sitio. En el ínterin uno de ellos le dijo: -Don Bosco, si sigue usted un poco más con sus sermones, tendremos que ir todos a confesarnos. -Precisamente, ni más ni menos, respondió don Bosco. Hoy es sábado y mañana la solemnísima fiesta de Pentecostés. A eso de las (**Es6.430**))
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