((**Es6.429**)
<>.
Al mismo tiempo hubo uno de los más apreciados
personajes de la ciudad que quiso prestar un
caritativo servicio a don Bosco. Fue éste el
canónigo Luis Anglesio, Superior de la Pequeña
Casa de la Divina Providencia. Por la vecindad del
lugar, enteróse el santo varón de lo ocurrido y
fue inmediatamente al Oratorio para hablar con don
Bosco; pero, al llegar a la puerta, los guardias
le prohibieron entrar por ser persona ajena a la
casa. Dijo entonces al portero:
-Ve, llama a don Bosco y dile que tengo que
hablar con él de asuntos urgentes.
El portero fue, pero don Bosco estaba con los
inspectores y no podía alejarse; por otra parte no
se lo hubiera permitido el Delegado. Volvió el
portero diciendo que no ((**It6.571**)) le
había sido posible acercarse a don Bosco y rogó al
canónigo que tuviera a bien esperarle.
-Tengo prisa, no puedo aguantar, respondió el
canónigo, y al ver al clérigo Juan Boggero, lo
llamó y le dijo:
-Vaya a don Bosco y dígale de mi parte que
cobre ánimo y tenga confianza. Hoy pone el Señor a
prueba al Oratorio de San Francisco de Sales; pero
desde este momento lo bendice de una manera
especial y se consolida su obra. De aquí en
adelante tomará tal desarrollo e incremento que
llevará su beneficiosa influencia fuera de Turín y
a muchas partes del mundo.
Sus palabras fueron una profecía.
Entretanto seguían los hombres del Fisco
quitando libros de los estantes; y uno de ellos,
teniendo en la mano un grueso volumen de los
Bolandistas, preguntó a don Bosco:
-Qué son estos librajos?
-Son libros de los jesuitas, que no les
interesan a ustedes para nada; déjenlos y pasen a
otra cosa.
(**Es6.429**))
<Anterior: 6. 428><Siguiente: 6. 430>