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((**Es6.419**) Entretanto los alumnos, después de sonar las dos de la tarde, se habían retirado a sus respectivas aulas y talleres. Pero algunos que se quedaron en el patio o salieron fuera de los locales de trabajo o de estudio, no tardaron en darse cuenta de que algo grave podía suceder; bastaba para convencerse de ello la presencia de tantos guardias, que parecían estar al acecho para cazar un ladrón o un asesino. Así, pues, como la pólvora, corrió por todas partes la voz de que querían llevarse a don Bosco preso; efectivamente, había un coche a la puerta esperando. La voz sembró la alarma y la consternación por toda la casa: los muchachos no querían seguir en las aulas ni en los talleres; y unos a voz en grito, otros llorando, pedían salir para defender al propio padre e ir con él a la cárcel. Fue tan conmovedora la escena durante algunos instantes que, aún hoy, los antiguos alumnos que la presenciaron no pueden contener las lágrimas al recordarla. Costó mucho trabajo a profesores y jefes de taller contenerlos y persuadirlos de que no había ningún peligro para don Bosco y que de haberlo, ellos mismos los avisarían y guiarían a su defensa. Tuvo que acudir el clérigo Juan Cagliero a exhortar a unos y otros para que estuvieran tranquilos y recomendar a todos que rezaran. Con todo se concedió la salida a algunos de los mayores, ((**It6.558**)) los cuales se acercaron a don Bosco y uno le preguntó en voz baja: -Permite que nos deshagamos de esa gentuza? -No, respondió él, os prohíbo toda palabra, todo gesto que pueda ofender a nadie. No tengáis ningún temor; yo lo arreglaré todo; vosotros id en hora buena a cumplir con vuestros deberes y animad a vuestros compañeros a que estén tranquilos. Sin estas palabras de prudencia y de paz, aquella tarde hubiera sucedido algún desastre, pues reinaba tal acaloramiento en aquellos corazones juveniles que se habrían dejado descuartizar para defender a don Bosco. Angustiadísimo estaba también el querido prefecto don Víctor Alasonatti, brazo derecho de don Bosco. Temía su encarcelamiento y el de los alumnos; y explicaba el motivo. -Entre tantas cartas, decía, como don Bosco recibe en estos días, puede que alguna trate de política contraria al Gobierno, y repruebe la anexión de la Romaña 1. Un escrito de esta índole, aún cuando no hubiese salido de su pluma, les bastaría, sin embargo, a éstos en esta ocasión de pretexto para emplear la violencia contra él. íPobre de mí, si sucediera semejante desgracia! Qué puedo hacer 1 Región que formaba parte de los Estados Pontificios. (N. del T.) (**Es6.419**))
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