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((**Es6.411**) tenían que ver con la política ni con el gobierno. Pero podía ser considerada como delito toda instrucción recibida del Papa o del Arzobispo sobre la manera de comportarse los sacerdotes respecto a ciertas dudas de conciencia. Así que, cuando empezaron los registros, yo había trasladado ya a otra parte todo lo que ((**It6.547**)) hubiera podido dar el más mínimo pretexto para sospechar que había relaciones o alusiones políticas en nuestros asuntos>>. Esta es la causa de la desaparición de ciertas cartas autógrafas de los primeros tiempos del Oratorio. Para este traslado de papeles, don Bosco hubo de servirse de los jóvenes de su mayor confianza, los cuales, en su precipitación, no habiendo entendido bien las órdenes recibidas, quemaron parte de los escritos, escondieron algunos y otros los entregaron a personas de confianza de Turín. Por eso, la mayor parte de los preciosos documentos que se refieren a las relaciones con la Sede Apostólica; algunas cartas de Pío IX; las copias de las cartas de don Bosco al Papa; la correspondencia del 1851 con el Arzobispo de Turín; las relaciones epistolares con algunos hombres de Estado, especialmente con los ministros; las memorias y apuntes sobre los sueños, que don Bosco solía escribir y conservar para su consuelo; la narración de gracias concedidas por la Virgen, de hechos milagrosos y de acciones extraordinarias de los jóvenes, como también datos de pura curiosidad se perdieron para siempre. No hubo tiempo para hacer una juiciosa selección antes del traslado. Varios de estos documentos más antiguos los conservaba consigo José Buzzetti y, sin pensar en nada más, los destruyó preocupado únicamente por la seguridad personal de don Bosco. Llegóse incluso a olvidar el lugar donde fueron escondidos muchos de estos papeles, y años después fueron encontrados bajo una viga de la Iglesia de San Francisco de Sales. No debe maravillarnos este lamentable despilfarro, pues los hechos nos demuestran que tal celeridad en el obrar fue cosa obligada; y lo que más llamó la atención de don Bosco, fue que los allanadores buscaron y hurgaron, especialmente, en aquellos sitios en los que antes habían estado dichas cartas; esto es, en los lugares indicados en el sueño. De estos dolorosos acontecimientos tomó nota don Bosco, lo mismo que de otros registros que tuvieron lugar tres años después. ((**It6.548**)) En el prólogo, que don Bosco escribió de su puño y letra, hay unas frases de las que se puede deducir que tenía intención de dar mayor desarrollo a su trabajito y tratar de las condiciones en que se (**Es6.411**))
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