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ilustre desterrado le advertía que contaba con él
para un asunto delicado que le interesaba
muchísimo y con el que haría un gran servicio a la
Archidiócesis. Rogábale, por tanto, se encargara
de hacer llegar a los párrocos una carta pastoral,
confidencial, en la que les daba ciertas normas
necesarias acerca de cómo tenían que conducirse en
medio de tantas luchas como debían aguantar por la
justicia. Al mismo tiempo rogaba le indicara cómo
podía hacerle llegar con seguridad aquellas
circulares, sin miedo a que cayeran en manos del
Gobierno. Si tenía dificultades o temor de
comprometerse, se lo hiciera saber. De todos modos
le pedía una respuesta rápida.
La carta no llegó a su destino. Pero algún
tiempo después recibió don Bosco una esquela del
Arzobispo mismo, llevada a mano por un amigo, en
la que se lamentaba el Prelado de que no hubiera
contestado don Bosco; y le decía que ya no
necesitaba el servicio que le había pedido, porque
se había dirigido a otras personas para hacer
llegar a su destino aquellas instrucciones.
((**It6.546**)) Sólo
algún año después pudo conocer don Bosco esta
nueva prueba de confianza que le había dado su
Arzobispo.
Pero, cómo se había perdido la primera carta?
La habían reconocido y abierto en la oficina de
correos y fue secuestrada por orden del
Ministerio.
Don Bosco, que no sabía nada de un asunto tan
comprometedor, vivía tranquilo, cuando he aquí que
tres días antes del registro, durante la noche del
miércoles al jueves, tuvo un sueño, que,
interprétese como se quiera, le resultó muy útil.
Así lo contó él mismo:
<>Entonces uno de ellos, con aire bondadoso me
dijo:
>>-Por qué no habéis quitado de en medio tal y
tal escrito? Os gustaría que se encontrasen
aquellas cartas del Arzobispo que os podrían
proporcionar serios disgustos a vos y a él? Y
aquellas otras de Roma, que ya casi olvidadas
están aquí -e indicaba el sitio-y aquellas otras
que están allá? Si las hubieseis hecho desaparecer
os habríais librado de muchas molestias.
>>Al hacerse de día, en plan de broma, conté el
sueño, que consideré como un engendro de mi
fantasía. Mas, a pesar de ello, puse en orden
algunas cosas y quité de en medio algunos
escritos, cuya lectura me podía perjudicar.
>>Estos escritos eran cartas confidenciales,
que en realidad nada
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