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((**Es6.41**) -Usted llama debilidad a la confesión? Y no sabe que este hombre, cuyas ideas dice compartir..., este hombre a quien llama ilustre, quería confesarse a la hora de la muerte? -íEso además! -Eso es cierto; y se hubiera confesado, si sus amigos no se lo hubiesen impedido brutalmente. Y don Bosco le narró cómo fue la muerte de Voltaire. El caballero escuchaba con interés y conmoción que crecía por momentos. Don Bosco concluyó: -íY ahora le diré por qué espero que Voltaire se haya salvado! -Es posible?, exclamó el enfermo temblando de pies a cabeza. -íMuy posible! La Sagrada Escritura sólo de uno afirma claramente que se haya condenado: Judas. De los demás no quiso nuestro Señor que conociéramos la suerte eterna, para que tuviéramos la esperanza de la salvación de todos. -Se puede creer que Voltaire se haya salvado después de todo lo que dijo, hizo y escribió? -íDios es tan bueno y tan misericordioso! Querido amigo, un solo acto de amor basta para borrar cualquier culpa. -íVoltaire salvado! -Yo puedo tener mi opinión. Por tanto puedo considerar ((**It6.39**)) como cierto que se haya salvado. En efecto, qué le faltó? Tenía deseo de confesarse, su dolor era desgarrador; sólo tuvo la desdicha de no tener al sacerdote. Pero en el momento que antecedió a su muerte, cuando se vio próximo a perderse, si, calmado el horror de la desesperación, hubiera concebido un acto de amor a Dios, y por tanto, de verdadero arrepentimiento, es cierto, es de fe que se salvó. El enfermo callaba y, después de meditar un rato, exclamó resueltamente: -Quiero confesarme. Tome esos libros, no los quiero en mi casa: haga de ellos lo que quiera. Se confesó, a las ocho de la tarde recibió el Santo Viático, a las diez se le administró la Unción de los enfermos, le dieron la bendición papal y, antes de media noche, murió con verdaderos sentimientos de fe, de dolor, de esperanza y de amor a Dios, dejando en todos la más consoladora certeza de su eterna salvación. Don Bosco volvió al Oratorio con su fardo de libros prohibidos, que al instante entregó a las llamas, diciendo a sus muchachos: -Demos gracias a Dios por todo. También abrió don Bosco las puertas del cielo a otros que hubieran (**Es6.41**))
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