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fuerzas, para aliviar las calamidades públicas.
Ofrecíase de buen grado, cuando se necesitaba de
su colaboración ((**It6.540**)) en
ciertos momentos para servir a personajes
constituidos en dignidad, mientras no quedara
comprometida su conciencia y su carácter
sacerdotal. De esto fue muchas veces sabedor don
Miguel Rúa.
Mandaba rezar <> (por los reyes y por todos los que ocupan
altos cargos para que llevemos una vida reposada y
tranquila) 1.
<> Y
rezaba por su augusto y legítimo Soberano, por la
familia real y por todos los miembros del gobierno
a fin de que Dios les concediera las luces y las
fuerzas necesarias a quien está al frente de los
intereses públicos.
Pero él no se metía en cuestiones de
confederaciones itálicas, de intervenciones
extranjeras ni de formas de gobierno. Exhortaba a
los clérigos a no ocuparse de la política, ni a
aparecer en público con diarios que tratasen de
esta materia; y guardaba y hacía observar otras
prudentes precauciones semejantes. Era muy
cauteloso en las obras impresas, que se publicaban
con su nombre y bajo su responsabilidad,
suprimiendo toda expresión, que pudiera dar motivo
a malas interpretaciones, y exponía la razón de
tales precauciones.
-íEstamos en tiempos muy difíciles! Los
adversarios tienen la espada en la mano y de un
solo tajo pueden quitarnos la posibilidad de hacer
el bien.
A pesar de todo, ni la leal sumisión a las
leyes justas de su patria, ni las necesarias
medidas, que tomó guiado por una sabia prudencia,
le substrajeron de los golpes del partido
sectario. Era notoria su grande e ilimitada
adhesión a la Santa Sede y a cuanto sirviese para
promoverla entre los fieles. Por esto fue
considerado como uno de los jefes del partido
católico y se temió que pudiera estorbar los
nuevos ((**It6.541**)) ataques
que se planeaban contra el Papa. De aquí la guerra
que se le declaró el año 1860; y don Bosco pudo
repetir con razón al Señor las palabras del salmo
dieciséis: Propter verba labiorum tuorum ego
custodivi vias duras (La palabra de tus labios he
guardado por las sendas trazadas)2.
En el ánimo de algunos hombres del Gobierno, a
pesar de sus magníficas obras, que causaban
admiración y le habían ganado el favor de muchos
de los llamados liberales, se habían despertado
1 1.¦ a Timoteo, II.2.
2 Salmos, XVII, 4.
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