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((**Es6.39**) Aquel señor, sin enojarse, contestó fríamente: -Haga como le plazca. Entonces don Bosco llamó al chico: -íAlberto! Y él replicó: -Por qué llama a mi hijo? -Quiero que diga conmigo una avemaría por su papá. -No hace falta... No se moleste. Pero don Bosco volvió a llamar: -íAlberto! Llegó el chico y le dijo don Bosco: -Escucha, Alberto; recemos una avemaría por tu papá. Mira, está malo, muy malo, y es preciso que Dios te lo conserve. Qué harías tú si lo perdieras? Quedarías solo, abandonado, sin tu primero y más querido amigo, sin ((**It6.36**)) tu apoyo, sin tu fiel consejero. íCuántas ocasiones en medio del mundo, cuántos compañeros desleales, cuántos libros malos encontrarías con peligro para tu inocencia! Nadie te alertaría, nadie te alargaría la mano para socorrerte. Tu inexperiencia te llevaría a dar algún mal paso. íPobre Alberto! Y después, en punto de muerte, ícuántos remordimientos por no haber tenido a tu lado quien te hiciera de ángel custodio! Y en la eternidad, ítal vez tuvieras que estar separado para siempre de tu padre! Vertía estas y parecidas ideas con frases breves, prudentes, enérgicas; hablaba al hijo para que entendiera el padre. Contaba lo que le había sucedido al mismo enfermo, huérfano desde la niñez, haciendo un compendio de su vida. Alberto lloraba, el padre se contenía, pero se veía que estaba hondamente conmovido. Don Bosco acabó diciendo: -Ea, pongámonos de rodillas y recemos no una, sino tres avemarías. Luego mandó al chico que se retirara y dijo al enfermo: -Santígüese. Hizo el enfermo la señal de la cruz con indiferencia y don Bosco le dio la bendición. Y pasó después a preguntarle con naturalidad por sus estudios, por los cargos que había ocupado, haciéndole hablar de los años de su adolescencia, de su juventud, de su edad madura. Comenzó el enfermo a soltar alguna confidencia y don Bosco, sin dar muestras de que investigaba, bromeando y compadeciendo las flaquezas humanas, arrancó de sus labios cuanto bastaba para formarse un somero juicio del estado de su alma. Entonces, viéndolo muy cansado, le dijo:(**Es6.39**))
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