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Don Bosco recibía la bendición del Papa a
tiempo que agregaba nuevos socios a su Pía
Sociedad, según se lee en las dos actas siguientes
de las sesiones del Capítulo:
El 1 de mayo del año del Señor 1860, se reunió
el Capítulo de la Sociedad de San Francisco de
Sales para la aceptación de los jóvenes Pedro
Capra, hijo de Francisco y natural de Alfiano,
Pablo Albera ((**It6.512**)) hijo de
Juan Bautista y natural de None, Juan Garino, hijo
de Antonio y natural de Busca, Gabriel Momo, hijo
de José y natural de Saluggia, todos ellos
propuestos por el rector don Bosco en la sesión
anterior. Por tanto, después de la acostumbrada
oración e invocación del Espíritu Santo, se
procedió a la votación. Pedro Capra obtuvo todos
los votos afirmativos; los demás alcanzaron un
voto negativo de los siete totales. Por
consiguiente, fueron admitidos todos a la práctica
de las reglas de la Sociedad.
Dos días después celebró el Consejo otra
sesión.
El 3 de mayo del año del Señor 1860, a las diez
de la noche, reunióse el Capítulo de la Pía
Socíedad de san Francisco de Sales para la
aceptación de los jóvenes Domingo Ruffino,
clérigo, hijo de Miguel y natural de Giaveno,
Francisco Vaschetti, clérigo, hijo de Pedro y
natural de Avigliana, Eduardo Donato, hijo de
Carlos y natural de Saluggia. Celebrada como de
costumbre la votación, el clérigo Ruffino obtuvo
seis votos afirmativos de los siete totales, el
clérigo Vaschetti cinco, el joven Donato los
siete. Por lo tanto, fueron admitidos todos a la
práctica de las reglas de dicha Sociedad.
Todos los arriba mencionados sobresalían en el
Oratorio por su talento, aplicación, piedad y
conducta. Los había formado don Bosco, a su imagen
y semejanza, con el candor, la actividad y firmeza
de propósitos. No servían para él los indecisos,
los débiles de voluntad, sobre todo si se los
habían recomendado para estudiar. Escribía por
aquellos días a la señorita Adela Daviso de
Chieri.
Apreciadísima Señora:
La gracia de N.S. Jesucristo esté siempre con
nosotros.
Para que el jovencito Rossi pueda ser admitido
en esta casa, es necesario que piense a qué quiere
dedicarse una vez terminados sus estudios; pues él
no sabe si prefiere un oficio o el estudio. En tal
estado de duda, usted podría dirigirlo al canónigo
Caselle, que sabrá estudiarlo y aconsejarlo en su
vocación; yo estoy ((**It6.513**)) siempre
dispuesto a hacer por su recomendado lo que mejor
parezca para mayor gloria de Dios y bien de su
alma.
Recomiendo mi persona y mis jovencitos a la
caridad de sus devotas oraciones, mientras con el
debido aprecio me profeso en el Señor.
De V.S. muy apreciada,
Turín, 24 de abril de 1860
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
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