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Emilia, o sea Parma, Módena y Legaciones, a
manifestar a través de un referéndum sus deseos
sobre el Gobierno de preferencia, y se obtuvo el
resultado apetecido, que era de prever. Una
inmensa mayoría votó por la anexión al Piamonte.
El caballero Farini, dictador de Emilia,
presentaba ante el Rey del Piamonte los votos del
referéndum, el 18 de marzo, y lo mismo hacía con
los de Toscana, el día 22 de marzo, su dictador el
barón de Ricasoli. Ambos fueron recibidos
jubilosamente en presencia de las primeras
autoridades del Gobierno y quedó sancionada la
deseada unión por medio de dos decretos que las
declaraban provincias integrantes del Reino de
Saboya.
>>Aquellas noches se iluminaron los edificios
públicos de Turín, pero fueron muy pocos los
privados que, a pesar de la invitación del
Alcalde, pusieron luces en sus ventanas. El
Ministerio había manifestado a la Curia su deseo
de que el domingo, 25 de marzo, se cantara un
tedéum en la catedral, pero el Vicario General, el
canónigo Fissore, se negó rotundamente a ello. Sin
embargo, lo cantó en Turín un párroco con su
título de caballero y en Chieri, el Cabildo de la
Cátedral junto con el Rector del Seminario, que
fue depuesto en seguida de su cargo por la Curia
diocesana. Quiso el Gobierno que se festejaran
aquellas anexiones por todo el Reino. En Milán se
echaron las campanas a vuelo, pero ((**It6.498**)) al
primer volteo cayóse el badajo de una campana y se
rompió la cuerda de otra. La campana mayor de la
Torre de Génova, que sonaba en tiempos de la
República para la reunión de asambleas populares y
al presente en las fiestas de la Constitución y de
la Iglesia, aquel día se hendió al primer toque.
>>El día 24 de marzo el Rey cedía Niza y Saboya
a Francia, por medio de un tratado que se aprobaba
el 29 de mayo por las Cámaras y se confirmaba por
un plebiscito que dio el resultado que quiso
Napoleón, acompañado de promesas y amenazas. Era
el premio por haber ayudado al Piamonte en su
empresa.
>>Finalmente, el día 4 de abril se celebró la
primera sesión del Parlamento bajo la presidencia
del general Zanón Quaglia, decano por edad; pero
aquel mismo día sucedió un caso terrorífico dentro
y fuera del salón de sesiones. A eso de las tres y
media de la tarde, después que el Presidente hubo
proclamado los diputados de Bolonia y de Rávena,
capitales de las Legaciones Pontificias, fulminado
por un ataque apoplético, se desmayó y cayó; hubo
que cerrar al momento la sesión. Los cuestores y
secretarios llevaron semivivo al Presidente a una
sala próxima, donde le hicieron sangrías; pero el
pobrecito moría dos días más tarde.>>
Entretanto don Bosco, para extender más su
radio de acción
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