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de Montmorency, y don Bosco fue de los primeros en
presentar su ofrenda, a la que siguieron después
muchas otras. Era una invitación a los fieles: Qui
Domini sunt iungantur vobis (los que son del Señor
júntense con vosotros).
Ello, indignó a los liberales y, aprovechando
el tema para sus invectivas, presentaron una ley
prohibiendo la suscripción ((**It6.475**))
mediante colectas con un fin religioso, pero fue
rechazada por el Parlamento.
La adhesión al supremo Pastor, por parte de los
buenos y de don Bosco, era también intenso amor a
las ovejas extraviadas fuera del aprisco, para
traerlas a él.
El día 24 de enero publicaba Armonía la
siguiente noticia:
BAUTISMO DE UN MUCHACHO ISRAELITA
Hace ya cuatro meses que dos muchachos
hermanos, de religión anglicana, fueron bautizados
en el Oratorio de San Francisco de Sales. Después
de una serie de extrañas peripecias, los dos
muchachos nacidos en Londres, guiados por la
Providencia de Dios, habían venido a parar aquí,
al internado anejo a esta iglesia, donde
encontraron el pan de la vida eterna junto con el
alimento material.
El domingo, día quince de los corrientes, se
administró en este mismo Oratorio el sacramento
del Bautismo a un muchacho israelita de Ivrea. Es
hijo del rabino Iarach, persona erudita, que
renunció, ha diez años, al hebraísmo y vive como
ferviente cristiano. Su hijo estuvo siempre
dispuesto para hacerse cristiano, pero siempre se
oponía la madre. Contaba ya catorce años, y cuanto
más avanzaba en edad, más vivas eran sus
instancias para hacerse cristiano. Por fin el
padre, para satisfacer los vivos deseos de su
hijo, lo llevó al Oratorio de Valdocco, donde,
completando los conocimientos que ya tenía del
cristianismo, y con la instrucción allí recibida,
pronto se encontró bastante preparado para recibir
los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación.
Monseñor Moreno, obispo de Ivrea, insigne
bienhechor de la familia Iarach, con bondad
paterna vino a recoger el fruto de sus cuidados.
El venerando Prelado comenzó la misa a las diez,
en la que un nutrido grupo de jovencitos se acercó
a la mesa eucarística. Siguió el interesante rito
del bautizo del muchacho Iarach. Su porte, la
franqueza de sus respuestas, su gozo y
recogimiento demostraban que había logrado
satisfacer el ardiente deseo que alimentaba de
tiempo atrás. ((**It6.476**)) Tomó
los nombres de Tomás, Luis, María; fue su padrino
el duque Tomás Scotti y madrina, la marquesa María
Fassati.
Después del bautismo se administró la sagrada
confirmación al novel cristiano y a casi
trescientos muchachos más. Llamaban la atención
entre ellos veinticinco limpiachimeneas que, por
iniciativa y solicitud de la Sociedad de San
Vicente de Paúl, fueron instruidos en el Oratorio
del Angel Custodio de Vanchiglia. Estos pobres
muchachos, que por su condición no se atreven a
presentarse en las iglesias públicas, quién sabe
el tiempo que tal vez hubieran pasado sin
confirmarse si la caridad cristiana no hubiera ido
en su busca para juntarlos, instruirlos y hacerlos
así cristianos.
(**Es6.360**))
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