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((**Es6.355**) por el éxito dudoso en los estudios, o asuntos molestos de familia. Otras veces disipaba un malhumor oculto, procedente de excesiva timidez, de celos, de rencor o de desconfianza. A lo mejor daba de repente un consejo que no se le había pedido, pero que se deseaba pedir, y con una precisión que correspondía exactamente al deseo. Don Bosco se servía de esta intuición para resolver o disuadir a los jóvenes, que titubeaban en si debían o no seguir una vocación que parecía llamarlos al estado eclesiástico. A muchos salesianos de hoy, y dichosos de serlo, les dijo francamente: -Si quieres salvarte, no tienes más que tomar este camino. Dios te llama por él. También las personas ajenas a la casa gozaron de esta bendición. Nos atestiguaba don Miguel Rúa: -<>. Deberíamos poner punto final, porque se trata de un tema inagotable, si quisiéramos presentar los testimonios de monseñor Cagliero, del teólogo Piano, del canónigo Ballesio, de José Buzzetti, de Juan Villa y muchos otros. Mas, para terminar, recordaremos todavía un hecho. Hablaba don Bosco ante algunos sacerdotes y clérigos sobre la manera de dar publicidad a ciertas obras suyas. Estaba presente un hermano coadjutor de más de cuarenta años, que profesaba a don Bosco ((**It6.468**)) la mayor veneración, y, sin embargo, en aquel instante, sin que nada manifestara su pensamiento, pensó para sus adentros: -íCharlatanerías! Cuando don Bosco acabó de hablar, se marcharon todos menos aquel coadjutor, a quien se volvió don Bosco sonriendo: -Con que, todo charlatanerías? -íPero si yo...! -Tienes razón. Don Bosco es un charlatán. Y con toda la amabilidad del mundo pasó a otros temas muy importantes y confidenciales. Fueron múltiples las revelaciones semejantes a ésta. Hubo una vez quien en su presencia notó que no se le escapaba nada de cuanto sucedía a su alrededor, aun cuando tuviese casi continuamente los ojos bajos. Y contestó: -íEs que veo mejor sin mirar! Efectivamente, veía con los ojos del espíritu iluminados por la oración. (**Es6.355**))
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