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cachetes y lo asegurara para siempre. Contestóle
sonriendo don Bosco:
-Hasta seis meses, conforme; pero más, no.
Después, con semblante más serio, siguió
diciendo:
-Un muchacho al que no le habían valido para
vencerse la oración, la penitencia, ni la buena
voluntad, logró alcanzar ((**It6.426**)) lo que
se proponía, recibiendo cada día un cachete de don
Bosco.
Veíase a veces a algún jovencito afligido por
alguna perturbación interior que se acercaba a don
Bosco en medio de los compañeros y sin proferir
palabra presentábale la mejilla para recibir un
cachete. Una vez recibido, se marchaba corriendo
alegre como unas pascuas. Esto sucedía todos los
días.
El año 1861, antes de las vacaciones de Pascua,
un alumno pidió a don Bosco un recuerdo. Este, sin
decir palabra, dióle un cachetito y le dijo:
-Vete a casa en hora buena, porque el demonio
no te tocará.
Al volver de vacaciones declaró el muchacho que
el cachete recibido le había producido un gran
beneficio y que cuantas veces debiese marchar a
casa, pediría el mismo recuerdo.
Tenemos una cartita que alude a estas bromas de
don Bosco, si así quieren llamarse.
Mi querido Padre:
íOjalá fuera yo siempre hijo de don Bosco, no
sólo de nombre sino de hecho! Bajo bandera tan
hermosa se pelea y se vence. El último cachete que
me regaló ha quedado marcado para siempre en mi
cara y cuando pienso en él, me ruborizo y me
parece realmente tener la huella de sus dedos
cariñosos. Mándeme, por favor, algunos de esos
lindos cachetes que yo espero.
Quiero más a don Bosco que a todo el mundo. No
lo cree? Pues es así. Y, si en el transcurso de la
jornada se me presenta una tristeza o un mal
pensamiento, me siento libre al punto con sólo
recordar a mi querido don Juan. íQuerido don
Bosco! Heme aquí postrado ante usted: ofrézcole
todo cuando puede pedirme; se lo regalo todo.
Acépteme como el último de sus siervos y no borre
del gran libro de sus hijos al que lo es en
Jesucristo.
JOSE
PITTALUGA, Clérigo.
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