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((**Es6.319**) a don Bosco mismo. Antes preferían velar junto a su puerta y llamar suavemente, hasta que se les abriera: con el pecado en la conciencia no podían dormir tranquilos. Pero no todos los alumnos se acercaban con tan ((**It6.418**)) filial afecto a don Bosco. Había notables excepciones, pero aún entonces la palabra de don Bosco producía sus efectos, porque a menudo llegaba inesperadamente al oído de sus hijos. Veía, a veces, en medio de un corro a un muchacho algo disipado que defendía acaloradamente su opinión. Le interrumpía, le llamaba y le decía: -Quiero que hagamos algo muy bonito. Y al preguntarle el chico de qué se trataba, decíale al oído: -Quiero que hagamos un buen lavado para que puedas llegar a ser amigo de Dios y protegido por la santísima Virgen. Corría otro desalado por el patio, totalmente abstraído en el juego, sin darse cuenta de en qué mundo estaba, y de pronto parábale don Bosco: -Qué tal estás? -íMuy bien! -También del alma? Ante pregunta tan imprevista, miraba el muchacho a don Bosco un poco embarazado, bajaba los ojos, sacudía la cabeza, se rascaba, y: -Es verdad... pero... -Si murieras mañana, esta noche, hoy: estarías contento? -No mucho. -Cuándo, pues, vendrás a confesarte? -íMañana por la mañana! Y en general cumplían la palabra. Algún muchacho malicioso se industriaba para no encontrarse con don Bosco, por falta de valor para soportar su mirada. Don Bosco seguía sus pasos y, cuando el otro se creía seguro y estaba conversando acaloradamente en un corro de compañeros, sentía de repente que dos manos tapaban sus ojos y sostenían inmóvil su ((**It6.419**)) cabeza, sin dejarle volverse. Estaba el joven muy lejos de suponer quién era el que le gastaba semejante broma y, creyendo se trataba de algún compañero, empezaba primero a nombrar a alguno intentando adivinar, se impacientaba después y gritaba por fin: -Dejadme en paz; y acababa, a veces, lanzando insultos, palabras injuriosas, e incluso soltando puntapiés. Entonces destapaban las dos manos los ojos del muchacho, volvíase éste rápido y salía casi temblando de su boca una exclamación: (**Es6.319**))
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