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a don Bosco mismo. Antes preferían velar junto a
su puerta y llamar suavemente, hasta que se les
abriera: con el pecado en la conciencia no podían
dormir tranquilos.
Pero no todos los alumnos se acercaban con tan
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afecto a don Bosco. Había notables excepciones,
pero aún entonces la palabra de don Bosco producía
sus efectos, porque a menudo llegaba
inesperadamente al oído de sus hijos.
Veía, a veces, en medio de un corro a un
muchacho algo disipado que defendía acaloradamente
su opinión. Le interrumpía, le llamaba y le decía:
-Quiero que hagamos algo muy bonito.
Y al preguntarle el chico de qué se trataba,
decíale al oído:
-Quiero que hagamos un buen lavado para que
puedas llegar a ser amigo de Dios y protegido por
la santísima Virgen.
Corría otro desalado por el patio, totalmente
abstraído en el juego, sin darse cuenta de en qué
mundo estaba, y de pronto parábale don Bosco:
-Qué tal estás?
-íMuy bien!
-También del alma?
Ante pregunta tan imprevista, miraba el
muchacho a don Bosco un poco embarazado, bajaba
los ojos, sacudía la cabeza, se rascaba, y:
-Es verdad... pero...
-Si murieras mañana, esta noche, hoy: estarías
contento?
-No mucho.
-Cuándo, pues, vendrás a confesarte?
-íMañana por la mañana!
Y en general cumplían la palabra.
Algún muchacho malicioso se industriaba para no
encontrarse con don Bosco, por falta de valor para
soportar su mirada. Don Bosco seguía sus pasos y,
cuando el otro se creía seguro y estaba
conversando acaloradamente en un corro de
compañeros, sentía de repente que dos manos
tapaban sus ojos y sostenían inmóvil su ((**It6.419**)) cabeza,
sin dejarle volverse. Estaba el joven muy lejos de
suponer quién era el que le gastaba semejante
broma y, creyendo se trataba de algún compañero,
empezaba primero a nombrar a alguno intentando
adivinar, se impacientaba después y gritaba por
fin: -Dejadme en paz; y acababa, a veces, lanzando
insultos, palabras injuriosas, e incluso soltando
puntapiés. Entonces destapaban las dos manos los
ojos del muchacho, volvíase éste rápido y salía
casi temblando de su boca una exclamación:
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